Omara, siempre Omara…

Omara, siempre Omara…
Fecha de publicación: 
25 Noviembre 2013
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Omara Portuondo es sinónimo de la canción, muchos la consideran la más grande cantante cubana y un símbolo de su cultura. Omara Portuondo Peláez, como la bautizaran sus padres, nació en la barriada de Cayo Hueso, La Habana, el 29 de octubre de 1930 bajo la estrella de los destinados a dejar una huella que desafíe el paso del tiempo.

Su primera aparición como aficionada fue en Radio Cadena Habana, debut que le abrió las puertas para integrar prestigiosas agrupaciones de la época como el cuarteto de Orlando de La Rosa, el conjunto Loquibambia, en compañía de Frank Emilio Flyn y José Antonio Méndez, y las D´Aida, bajo la sabia dirección de Aida Diestro.

Con más de 80 años tiene una vitalidad contagiante y su manera de dar valor a cada minuto de la vida son una muestra de la fibra con que está hecha esta gran mujer.

Sobre algunos de los momentos más importantes de su vida y planes inmediatos, Omara Portuondo conversó con OnCuba.

¿Quién atrapó a quién, usted a la música o viceversa?

Todo comenzó en casa, escuchando a mis padres cantar juntos, de esa etapa viene mi admiración por María Teresa Vera y otros.

Empiezo a cantar allá por la década del 40, en aquella época conocí a Elena Burke, al pianista Frank Emilio Flyn, y al Niño Rivera, también al gran compositor Orlando de la Rosa. Fue por entonces que comenzaron a llamarme La Novia del Feeling.

¿Cómo llega a las D´ Aida?

Mi hermana Haydeé y yo fuimos a ver a Amaury Pérez padre que dirigía el programa televisivo el Show del Mediodía, con la idea de ser contratadas como dúo, pero nos encontramos a Elena, que también buscaba trabajo, y surgió la idea de formar un cuarteto.

Elena buscó a Aida Diestro, que tenia experiencia dirigiendo formaciones de ese tipo y redondeó la idea del cuarteto. Así comenzó las D´Aida, a principios de los años 50, integrado por mi hermana, Elena, Moraima Secada y yo.

Para hablar de la música cubana en los últimos 50 años mencionar su nombre es inevitable. Personas y momentos de la vida cultural nacional están ligadas a su voz de manera indisoluble, háblenos de ellos…

No sabría por donde empezar, creo que lo haría por las D´Aida. Elena Burke cantaba como ninguna, Moraima era increíble, se metía muy adentro de cada canción y le daba un giro inesperado.

Recuerdo con mucho cariño la etapa de la Nueva Trova, de Silvio siempre me gustó La era está pariendo un corazón. También canté, de Juan Formell, Tal vez, una de mis preferidas.

Un autor que ha marcado mi existencia es Alberto Vera, a él pertenece Amigas, un símbolo de la amistad entre Moraima, Elena y yo.

Omara usted tiene el privilegio de ser parte de uno de los fenómenos más grandes dentro de la música cubana, el Buena Vista Social Club, ¿cómo recuerda a ese proyecto?

El Buena Vista Social Club es uno de los tantos “All Stars” que ha tenido la música cubana. En un mismo grupo estaban Rubén González, Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Pío Leyva, Manuel Galván, Eliades Ochoa, y otros.

Eso fue en 1996 y de los estudios salió el CD Buena Vista Social Club, que tanto dio que hablar.

Amén del éxito con el Buena Vista usted ha mantenido proyectos personales muy interesantes…

Sí, en estos años he seguido grabando y trabajando mucho, con resultados que me llenan de alegría. He hecho discos con Chucho Valdés, alguien muy importante en mi vida, y para niños, una faceta muy reconfortante para mí en lo personal y lo profesional. También está el CD Gracias, premiado con el Grammy Latino en 2009.

Hace poco Cubadisco me concedió un Premio Especial por el álbum Mis Anhelos, un sueño hecho realidad porque cumplí el deseo de cantar a dúo con destacados intérpretes que siempre admiré.

La mayoría de ellos son íconos de la música cubana como Barbarito Diez, Miguelito Cuní, Bola de Nieve, entre muchos otros, también comparto con Nat King Cole, Vicente Garrido y Josephine Baker; artistas que pasaron por la Isla en el esplendor de sus carreras.

Ahora trabajo en el remake de Magia Negra, disco con el que debuté en solitario a finales de los 50.

Aún no tiene nombre, ese es un detalle que he dejado para el final.

¿Tras tantos años dedicados al canto, que temas la han marcado de forma especial?

Sin lugar a dudas, Veinte años, de María Teresa Vera; La Bayamesa, una canción preciosa que aprendí de niña, y Tardes grises, tema que me recuerda mucho a Elena Burke porque le encantaba, las dos de Sindo Garay.

Omara, usted es un símbolo de Cuba, su presencia en escenarios de otras latitudes se traduce para sus compatriotas en una de las mejores formas de estar representados, de estar allí…

Como dirían los Van Van: ¿y qué tú crees? Es un gran orgullo representar a mi tierra linda, pero más que eso es una necesidad. Los artistas cubanos gozan de gran admiración y respeto, y eso es casi una tradición.

Esta Isla es la más musical del mundo, defenderla con la canción es la oportunidad más grande que se me ha dado para servirla.

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