Reforma al Consejo de Seguridad centra debates en ONU

Instaladas la víspera con un reporte de China, país que preside el Consejo en noviembre, las discusiones en torno a ese órgano de 15 miembros son consideradas aquí una oportunidad de impulsar transformaciones que llevan más de dos décadas en la palestra sin materializarse.

Una mayor transparencia en sus métodos de trabajo, la ampliación de sus integrantes para aumentar la representatividad, la eliminación o extensión del derecho al veto y la adaptación a los nuevos tiempos constituyen las demandas dominantes.

De los 193 países integrantes de la Asamblea General, más de 120 países se inscribieron en la lista de oradores, alrededor de una treintena de ellos por intervenir este viernes en la plenaria, la número 48 desde que el pasado 17 de septiembre se inaugurara el 68 período de sesiones del principal órgano de la ONU.

Ya es hora de que todos intensifiquemos esfuerzos para llevar adelante este proceso, afirmó ayer la representante permanente de Nicaragua ante las Naciones Unidas, María Rubiales.

En ese sentido, su homólogo brasileño, Antonio Patriota, instó a aprovechar el debate para propulsar los cambios en el ente creado para mantener la paz y la seguridad mundiales, el cual tiene a cinco de sus miembros con asiento permanente y derecho al veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido).

"Ningún país de la ONU se cuestiona la urgencia de reformar el Consejo de Seguridad", afirmó el diplomático a propósito del escenario existente a nivel internacional para materializar la reforma.

Durante la primera jornada, Venezuela y la Comunidad del Caribe propusieron ampliar a entre 25 y 27 los miembros permanentes y no permanentes del órgano, mientras Francia consideró que potencias como Brasil, Alemania, India y Japón debería incorporarse a las que ya tienen asiento fijo.

Un reclamo con amplio respaldo fue presentado por el G-77, el de darle a África una mayor participación en el Consejo de Seguridad, dada la cantidad de estados en ese continente (54) y su peso en el actual panorama global.

También abundaron las críticas al derecho al veto, calificado de privilegio, poco democrático y una facultad propia de otra época.

"Necesitamos un Consejo de Seguridad con votos y no vetos", señaló la embajadora María Cristina Perceval al exponer la postura de Argentina sobre el tema.

Respecto a los métodos de trabajo del ente, varios oradores pidieron mayor transparencia en aspectos como la manera de sesionar o aplicar sanciones.

Para empezar, el Consejo de Seguridad debería ser más abierto y dejar atrás la tendencia de reunirse a puertas cerradas o informalmente, instó el representante permanente venezolano, Samuel Moncada.

El debate también dejó llamados a un Consejo en sintonía con los tiempos actuales, con más países que los existentes hace cinco décadas y una mayor diversidad geográfica, política, económica y cultural.

Al intervenir en la instalación de las discusiones, el presidente de la Asamblea General, John Ashe, anunció la creación de un Grupo Asesor de países encargados de sugerir acciones en función de la reforma.

Integrado por Bélgica, Brasil, Liechtenstein, Papua Nueva Guinea, San Marino y Sierra Leona, el Grupo generó rápidamente seguidores y detractores, por su manera de escogerse, misiones y facultades.