Yoanka González: Como caídos del cielo

Yoanka González: Como caídos del cielo
Fecha de publicación: 
25 Octubre 2013
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Su arrojo y amor por el ciclismo se han vuelto a confirmar. Después de dos años alejada por maternidad, Yoanka González Pérez enrumba nuevamente su bicicleta en busca de otros podios a compartir con su pueblo, que ella tanto respeta.

Antes de que le llegara la hija convertida en el mayor de sus sueños esta villaclareña del pueblito de Maraguaya Arriba, a unos 30 kilómetros de Cifuentes, atesoraba numerosas “joyas” encabezadas por la reluciente plata olímpica en la carrera por puntos en Beijing’08, primera de ese tipo lograda por Cuba.

También inauguró el medallero de la isla en campeonatos mundiales de su deporte con bronce en esa propia modalidad en la cita de Sttugart’03 y un año después consiguió la corona en la de Melbourne Scratch, la otra competencia de grupo en pista.

Atesora igualmente siete preseas en Juegos Panamericanos, dos de oro en los de Santo Domingo’03 y Río de Janeiro’07; bronce en la Copa del Mundo 2007 en persecución por equipos junto a Yumari González y Yudelmis Domínguez; y dos platas (1998) y un bronce (1993) en Juegos Centroamericanos y del Caribe.

Humilde al extremo de sorprenderse cuando aún con casco y espejuelos la gente la reconoce y saluda agradecida de su estoicismo, es ese uno de los motivos que la empujó a la conquista de nuevos lauros sin importarle los sacrificios que esa decisión le exige.

¿Cómo ha sido el retorno?

Muchos amigos y admiradores me dieron fuerzas. Rolando Vera, exentrenador, me ponía ejemplos de otras que incluso tienen más de 40 años y siguen montando. También mi esposo Ricardo Guach, el mayor impulsor, sin el cual no hubiera podido, pues atiende a la niña mientras entreno, hasta que llega el domingo y ambos nos dedicamos a los quehaceres de la casa. No fue fácil romper la inercia, pero me dije “Si ya tengo mi tesoro más deseado, vamos a probar”.

Has bajado ya de peso.

Más de tres kilos. La zona más difícil es la del estómago, pero pienso que con bastante bicicleta y el trabajo en el gimnasio la disminuyo, más mi ímpetu de lograr otros buenos resultados.

¿Con cuántos kilómetros comenzaste?

Con 20, luego 30, 40, 50, y así paulatinamente hasta tres meses antes de unirme en septiembre a la preselección nacional y elevar mucho más los recorridos. También utilicé en casa el rodillo, y dos o tres veces a la semana salía a la carretera.

Ya comencé el entrenamiento oficial con el grupo, y aunque en algunos momentos me siento mal comprendo que todo en la vida es abnegación y sé que voy a mejorar, porque tengo las fuerzas.

¿Qué proyectas?

Una buena actuación en cada competencia y ver hasta donde llego. Cumplí 37 años y no puedo perder tiempo. Tengo que aprovechar al máximo cada entrenamiento si quiero hacer realidad mi meta de volver a un podio mundial y pienso que sí voy a poder. Tengo una gran inspiración, que es mi pequeña Yaineh.

¿Y Ricardo?

El otro gran complemento. Siempre digo que el destino me lo puso en el camino y que él y mi niña son regalos de Dios como caídos del cielo. Es alguien que necesitaba, que fuera como yo y me apoyara en todo, y en realidad lo tengo en un lugar muy especial. Llegué a pensar que personas así ya no existían, pero fue bueno equivocarme y no tengo nada más lindo que ellos dos.

¿Cómo fue el primer encuentro?

Precisamente por “culpa” de una entrevista. Fue en el 2011 y después Lourdes, su mamá y autora de ese trabajo periodístico, me invitó a la casa y ahí encontré mi felicidad. La mujer o el hombre deportistas no pueden lograr mucho si la pareja no le apoya. Por eso creo que puedo llegar lejos otra vez.

¿Cuando entrenas estás pensando en ellos?

Sí, desesperada por llegar a la casa y ver a mis dos amores. Todavía estoy lactando a mi niña, principalmente de noche, es un esfuerzo más para mí pero aún lo disfruta.

¿Visitas tu pueblo natal?

Ahora con menos frecuencia por el entrenamiento, pero el embarazo lo pasé completamente en Maraguaya, con mi gente, muy contenta a la espera de mi hija. Me hicieron cesárea en Sagua la Grande, y los médicos y demás personal me trataron súper bien. Aproveché y comí muchas frutas en pleno ambiente campestre, que es sano. Me extasía ese sosiego, el cantar de las aves, los ríos, el amanecer y las personas que no cambian, son muy buenas. Y no puedo ser diferente, aunque viva en la ciudad.

¿Los recuerdos que más te han marcado en el ciclismo?

He tenido que entregarme en cuerpo y alma, en esfuerzos y deseos de llegar. Desde la primera hasta la última medalla tienen su lugar especial, pues han sido muy luchadas, sabiendo que el contrario nos aventaja por sus condiciones materiales, e imponiéndome el sí se puede.

¿Te gustaría que tu hija te siguiera los pasos?

Lo primero es que tenga salud, aprenda a ser sociable y respete a todas las personas que le rodean, estudie y se prepare para que sea alguien en lo que escoja. Preferiría que no se arriesgue en un deporte como este, pero si quiere la voy a apoyar.

¿Algún mensaje a deportistas que quieren ser madre?

Pienso que si su familia la auxilia para que se reincorpore debe intentarlo, pues se retorna con mayores deseos porque hay alguien más por quien luchar.

¿Qué opinas del ciclismo femenino hoy?

Pienso que Marlies Mejías y Arlenis Sierra pueden dar mucho más y lograr mayores resultados, poseen capacidad y fuerza, pero tienen que esforzarse más, ser más dedicadas, pues un resultado al más alto nivel nunca será fácil. Cuba ha demostrado un gran potencial en el femenino y puede seguir sumando éxitos a pesar de que no contamos con el velódromo ideal de 250 metros, como sucede con la cantidad de recuperantes o frutas imprescindibles para un deporte tan desgastante, pero voluntad nos sobra.

Cuando terminas cada entrenamiento y estás en casa rodeada de tanto amor, ¿qué piensas?

Que soy la mujer más feliz del mundo por mi familia, por estar otra vez en el deporte que siempre he abrazado y voy a extrañar mucho el día que decida retirarme. Me provocan bienestar mis amistades, la consideración del pueblo, al cual no voy a defraudar nunca, y haberme ganado esa admiración.

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