EN CARTELERA: Ana en las dos orillas (+ Fotos)

Al final se hizo, se tendió el puente, hubo arte y emociones. Al final ganó el público y el teatro nacional (que es el teatro que hacen los cubanos honestos, independientemente del lugar donde vivan). Teatro El Público y la fundación FUNDarte estrenaron este lunes en La Habana Ana en el trópico, una puesta de Carlos Díaz a partir de la traducción de un texto del cubanoamericano Nilo Cruz. Y no es cualquier texto, sino el que hizo merecedor a Cruz del influyente premio Pulitzer en 2003.

Ana en el trópico (Anna in the tropics) cuenta una historia de fuerza contenida, de peculiar vuelo poético, de fluir tranquilo en apariencia (las turbulencias son más bien internas), una historia que puede parecer cotidiana y ordinaria, pero que descubre poco a poco su extraordinaria trascendencia. Ana en el trópico habla de uno de los grandes temas de nuestra cultura: la emigración que se resiste a romper con su origen.

Nadie espere una andanada panfletaria, cruda y “politizada”. De hecho, la acción se ubica hace casi un siglo, los protagonistas son los tabaqueros cubanos que trabajaban en la Florida. Aquí se habla de una lucha decidida por mantener las tradiciones, el vínculo con la patria, la fuerza de la costumbre… Aquí se habla de la tristeza y de la melancolía, de la nostalgia soñadora y del golpe no siempre amable de los nuevos tiempos.

Carlos Díaz ha respetado la esencia del texto (la labor del dramaturgo Norge Espinosa es más que plausible). Él, que suele desdramatizar sin contemplaciones grandes obras de teatro (con toda intención y buenos resultados), ahora “acaricia” esta, reviste elegantemente sus metáforas, desarrolla limpiamente un entramado complejo. Están sus marcas de autor, como siempre: hay una vocación espectacular, ciertos guiños sardónicos, mucha lentejuela (sobre todo en algunos trajes de señora, hermosamente diseñados —trastocando lúdicamente épocas y estilos— por Vladimir Cuenca), amagos de cierto desparpajo… Pero todo está como en sordina.

El elenco impresiona por su implicación con la trama y sus personajes, por la naturalidad con que asumen las pronunciadas transiciones, por el dominio del espacio escénico. Carlos Díaz ha “coreografiado” buena parte de la obra, hasta el punto de que en ocasiones la plasticidad del movimiento recrea un ballet sutil. Todos están muy bien… y es que todos son excelentes actores.

Fernando Hechavarría, Osvaldo Doimeadiós, Clara de la Caridad González, Alexis Días de Villegas y Yanier Palmero son habituales en las puestas de El Público. Pero el reencuentro de Mabel Roch, Liliam Rentería y Carlos Miguel Caballero (todos radicados en los Estados Unidos) con el público cubano ha sido particularmente emotivo.

Con lágrimas en los ojos recibió Roch los aplausos del público. Rentería abrazaba emocionada a sus amigos en el lobby de la sala Trianón. Ya lo dijimos: se tendió el puente, el teatro lo hizo posible. Algunos se mostraron escépticos, otros (sobre todo en Miami) incluso lo cuestionaron. Pero Ana en el trópico ya es una realidad.

Se presentará dos días más en el Trianón y luego formará parte de la muestra del Festival de Teatro de La Habana. Más adelante debe desembarcar en Miami.