Cristina Fernández y la pasión por la Esperanza

Cristina Fernández y la pasión por la Esperanza
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2013
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El mundo está pendiente de su estado de salud y desde Argentina nos llegan imágenes de las vigilias, los mensajes de apoyo enviados por disimiles vías, o dejados en las afueras del hospital donde estuvo internada luego de la intervención quirúrgica que le realizaron y después, en el lugar donde se recupera.

Y aunque se trata una presidenta, la mandataria de un país, para los que en los últimos años la hemos sentido cerca, vibrante, presente, alzando su voz con pasión por el mundo, en Latinoamérica, es simplemente Cristina.

Días atrás se hablaba de su presencia intensa en la sede de la ONU, de sus palabras ante la 68 Sesión Ordinaria de la Asamblea General de este organismo. Y no se trataba simplemente de su figura carismática o de otro político del mundo haciendo uso de la palabra en la magna reunión mundial, sino de una mujer, un ser humano que es capaz de hablar sin tapujos de los problemas que nos afectan, de las amenazas actuales, de los retos y obstáculos que se ciernen sobre la vida humana y que defiende la libertad, la dignidad y la igualdad de los hombres, la independencia de los pueblos, la soberanía de su Argentina y la unidad de este pedazo de planeta que es nuestra América.

Por eso cuando le correspondió dirigirse a los presentes, se levantó enérgica, sonriente, tranquila, con firmeza y claridad en su mirada, en sus gestos, con su locuacidad habitual, con la cabeza erguida tal como demostró en cada una de sus palabras.

Dijo que los mecanismos de la ONU habían demostrado ser  absolutamente antifuncionales y obsoletos y no solamente respecto a la cuestión reciente de Siria, “sino también ante otros frentes contra la paz y contra la inseguridad en el mundo”,  a la vez que saludó el hecho que se haya podido arribar a un acuerdo.   En este sentido, aclaró que su gobierno se había opuesto a la intervención directa – al bombardeo- porque sencillamente, “el argumento de que para evitar muertos íbamos a provocar más muertos no se sostenía desde ningún lugar argumentativo y racional”.

Resaltó que en estos días en que se entremezclan la guerra y las violaciones a los derechos humanos, también existen otras violaciones a los derechos humanos más sutiles como la de perder el trabajo, perder los derechos, perder la vivienda, perder la esperanza. “Nuestra obligación como dirigentes globales, es construir una historia diferente en serio”, afirmó.

No faltaron en las palabras de Cristina las críticas a algunos de los que le antecedieron en ese podio con discursos un tanto ambivalentes, entre esperanzadores y desilusionados porque “no habían podido hacer lo que querían, como si de repente hubiera sido algo así como un capricho, como querer hacer algo, no lo dejaron y se enojaron”. 

Precisó que lo único que uno no pude hacer cuando tiene la responsabilidad de conducir un país y sobre todo un país con mucho poder, es enojarse y mucho menos equivocarse, porque los errores no los pagan los dirigentes:  “(…) se pagan en vidas humanas, sin son de la guerra, pero también en vidas humanas si son de la economía, en desocupación, en falta de salud, en falta de educación, en falta de vivienda, en inseguridad, en mano de obra barata para el narcotráfico que tanto decimos combatir”.

Al terminar, la mandataria latinoamericana retomó las palabras del Secretario General de Naciones Unidas y llamó a convertir la esperanza en acción a través del trabajo duro, del compromiso, la habilidad, la integridad y la compasión para construir un futuro que la gente desea y el mundo necesita. Después, esgrimió con firmeza su propio concepto:  “Compasión, pasión por la esperanza, pasión por el porvenir, pasión por el futuro y compasión por los que menos tienen, por los más vulnerables, por los que esperan todo, por los que no han hecho nada para merecer la miseria y el estar dejados de la mano de Dios. Con compasión para todos aquellos que son víctimas de la guerra, de la desocupación, de la miseria, de la pobreza, en definitiva, de nuestros propios fracasos como dirigencia global”.

Y es que Cristina Fernández de Kirchner habló en Naciones Unidas por la vida, por el futuro, dejando bien claro, como lo ha hecho también mediante su cuenta de Twitter, “(…) las cosas malas y buenas. Los fracasos y los triunfos. Las frustraciones y las esperanzas”. 

Ella ha descrito con total transparencia el escenario actual en que vivimos, los retos, obstáculos y contradicciones. Por eso su solidaridad y energías se renuevan –a pesar de campañas difamatorias y hasta enfermedades- y se gestan en la acción por el bien común.

Argentina y su pueblo avanzan, pero ella va más allá de su tierra para defender la de todos, con esa pasión que la desborda, ratificando aquellas palabras con las que una vez nos dijo que solo lamentaría  haber pasado por la vida sin que nadie se enterase o le importe, o sin haber hecho algo por el pueblo.

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