Días polacos en La Habana

Días polacos en La Habana
Fecha de publicación: 
9 Octubre 2013
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La capital de los cubanos puede convertirse en un río de opciones de las más disímiles castas. De ellas el espectador, público, simpatizante, escogerá la que más convenga de acuerdo a sus intereses personales. Pero lo normal será descubrir entre las carteleras, anuncios esperados e infrecuentes como la Segunda Semana de Teatro Polaco.  

Entre las artes en constante cambio el teatro tiene un lugar especial. De las más clásicas presentaciones hasta los montajes experimentales llevan una carga fuerte de búsqueda e investigación entre los anaqueles de la historia precedente. Los estrenos que encontramos en las salas hoy no vienen del cosmos, ni creen hacer la historia de la innovación. Cada uno entiende la posibilidad de entregarse a los caminos del intertexto y la cita.

Pero esta Segunda… no fue una revisita histórica. Estuvo integrada por varias actividades que repartidas en dosis equilibradas compartieron las puestas escénicas, los talleres de actuación y la conferencia teórica en medidas volubles. De este modo cada uno de los interesados en el aprendizaje del legado polaco al arte escénico pudo escoger su perfil deseado.

Sin embargo, el plato fuerte de las sesiones fue indiscutiblemente las presentaciones en las salas de teatro del complejo cultural Bertolt Brecht, El Sótano, la Adolfo Llauradó y el Trianón. Desde la novedad que puede significar para cualquier amante de las artes escénicas descubrir formas de representar la dramaturgia de otras tierras, distantes geográficamente, pero cerca desde los intereses y los cuestionamientos develados, esta oportunidad fue un regalo que se recordará por un buen tiempo.

 

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La particularidad de la escena polaca contrasta con la nuestra, desde la raíz de la propia cultura que la acoge. Pero los contextos llevados a escena por los directores nacionales fueron moldeados hasta caer en una posición entendible por el público interesado. Tomemos El archivo, la obra de Tadeusz Rozewicz, montada por la Compañía del Cuartel bajo la dirección de Sahily Moreda. La propuesta llevada a escena en la Sala El Sótano contenía una temática compleja que se degustaba en el transcurso de la puesta al percibir los flashazos biográficos de la vida del Héroe, interpretado por Carlos Pérez, en su tortuoso camino por sus experiencias bélicas. La obra, suerte de collage referencial, enunciaba escenas de la vida del protagonista sin un orden temporal. Auxiliada de los efectos audiovisuales, muy a tono con el discurso de la Compañía, los actores dialogaban con imágenes de archivo que hicieron el montaje más diáfano.

La selección de los textos representados en las salas de la capital, no fue a vuelo de pájaro, pues cada propuesta llevaba un anclaje en la vivencialidad de los cubanos. La programación de jornadas que inicien el trasiego por otras tierras debe ser pensada desde esta arista, una preparación previa a las restantes ediciones, de modo que los asistentes se vayan con un poco del todo, con la génesis que el tiempo se encargará de ir terminando.

Otra de las puestas fue Matrimonio Blanco, de Tadeusz Rozewicz igualmente, pero en otra cuerda diametralmente opuesta a la obra del Cuartel. La pieza dirigida por Raúl Martín y montada por Teatro de la Luna se centraba en las vivencias de una “propuesta etérea” como puede ser un 'matrimonio blanco', una práctica bastante conocida en el continente europeo. Trabajada con un diseño escenográfico excelente la obra se alza sobre la visualidad simbólica que bebe del diseño de luces y de vestuario para lograr la imagen de un texto que roza en lo metafóricamente crudo. Pero la selección del andamiaje visual queda por encima de cualquier elemento escénico, todo es absorbido por la macro escena, esa que engrana la puesta en una pirámide perfecta, capaz de distribuir los niveles de calidad en su propia ejecución.

 

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Para terminar de anunciar algunos de los hechos que acompañaron la semana de Teatro Polaco quisiera hacer alusión al estreno de Antigonón, un contingente épico, de Rogelio Orizondo, bajo la dirección de Carlos Díaz por Teatro El Público. Otra vez el grupo regresa al tabloncillo con una granada en la solapa. La selección de dos poemas de José Martín sirvieron como leit motiv para esta creación que sumerge a quien la vive en el mar de nuestra historia, al tiempo que lo pierde en el naufragio de los valores de una época que dinamita todo su pasado, que niega su propio ser y que está en constante movimiento, resignificándose como el camaleón que es la generación de 00.  

La Segunda Semana de Teatro Polaco en La Habana trajo a la escena nacional obras que seguirán en cartelera por un tiempo. Pero será innegable su liaison con la eternidad de un discurso aún por descubrir en nuestras salas, enunciadas en un comienzo.

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