El mejor mexicano

El mejor mexicano
Fecha de publicación: 
10 Agosto 2013
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«No hay mejor mexicano que un mexicano muerto» es lema reiterativo y algo común entre las principales empresas norteamericanas vendedoras de armas, para justificar y completar la política de latrocinio que tuvo su principal punto en el robo de territorio de México por Estados Unidos. La política que dice propugnar el actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, para eliminar o por lo menos disminuir el caldo de cultivo a tanta violencia, choca con el descaro de enmiendas constitucionales de su vecino del norte que permiten portar armas a cada norteamericano y obstaculizan cualquier intento para evitar su trasiego a otras naciones, tal como el «libre comercio» al respecto con los mafiosos mexicanos.
                                                                                                

No haga caso a las noticias acerca de que ha disminuido el trasiego de las armas que pasan a México a través del «camino de hormigas», como llaman al continuo trasiego de gente a través de la frontera, porque esto continúa siendo crucial para la guerra entre grupos delincuenciales rivales.
                                                                         
Cierto que desde la asunción de Peña Nieto han sido eliminados o puestos en prisión algunos de los principales dirigentes del narcotráfico, con motes divertidos que no disminuyen en nada su culpabilidad en todo tipo de genocidio.
                                                                         

El problema en el que hace falta la intervención de Washington, para evitar que agentes de aduanas corruptos ayuden al contrabando de armas, ganando hasta un millón de dólares por grandes cargamentos. Desde hace años son compradas legalmente en ferias de armas en Arizona y otros estados fronterizos, donde encuentran vacíos legales, y que son tristemente célebres por sus leyes antiemigrantes y se burlan de los decretos oficiales que disminuyen, o por lo menos hacen respirar a los indocumentados.
                                                                                                            
Los traficantes de armas utilizan AK-4, pistolas, miras telescópicas, granadas, lanzagranadas y munición potente, como las balas llamadas «mata-policía», por su capacidad de atravesar los chalecos antibalas usados por los agentes.
                                                                                                               

Incluso personas sin licencia para venderlas pueden hacerlo a título de que son sus «colecciones personales» en cualquier feria de fin de semana, sin más datos.
                                                                                         
Todo esto tiene su otra cara: la de justificar las crueles leyes contra la inmigración adoptadas por varios estados estadounidenses, pisoteando todo principio de humanidad, y que hoy tratan de generalizarse con el empuje de lobbistas ante senadores y representantes del Congreso.
                                                                                 
Peña Nieto tiene ante sí una difícil situación: Más de 2,5 millones de mexicanos han perdido su empleo y el 60% de la población económicamente activa recibe menos de un salario mínimo; hay más de siete millones de jóvenes que no estudian ni trabajan y el comercio informal ya suma más de 14 millones de mexicanos. La energía eléctrica, el gas, la gasolina y el diesel tienen muy altos costos e incrementos permanentes, y las energías alternativas aún no tienen cabida entre la población.
                                                                                    
El mandatario ya ha puesto en práctica un ambicioso plan de apoyo, tanto a los productores de autoconsumo como a quienes ya producen excedentes, de manera especial a los tejidos y comunidades agrarias, pero tiene que enfrentar una distribución de la riqueza no homogénea: once de los hombres más ricos del mundo frente a más de 52 millones de personas en pobreza.
                                                                      

No es la primera vez que se dice y se tendrá que repetir constantemente: Llevar a México por el camino decoroso no es tarea fácil, luego de gobiernos que no han mostrado el interés necesario por la redistribución de las riquezas y enfrentar la enorme desigualdad y su apéndice, el hambre, caldo de cultivo para tantos males que se multiplican y convierten a la hermana nación en territorio obligado del narcotráfico y la criminal guerra que deriva de ello; el tráfico de armas y la dependencia de un vecino que no la quiere y la desprecia, y donde aún prevalece el burdo y racista criterio de que el mejor mexicano es el mexicano muerto.           

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