Kramer contra Kramer (Víctor Mesa y Pestano)

Kramer contra Kramer (Víctor Mesa y Pestano)
Fecha de publicación: 
20 Junio 2013
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Víctor Mesa y Ariel Pestano han robado cintillos en la final de la serie. Pero no nos limitemos al terreno de juego. Todos estaremos de acuerdo en que, a pesar de las emociones, no ha habido durante toda la postemporada una telenovela más deliciosa que las hilarantes conferencias de prensa. Es el intento de un país por salir del letargo. No importa cuán ridículas parezcan, cuán mal se organicen, debemos mantenerlas a cualquier precio, algún día tendremos cultura de debate, y sabremos dialogar como se debe.

Los peores errores de Víctor Mesa no son técnicos. Es líder, estratega, protagonista, incurre en alguna que otra decisión polémica, pero condujo un equipo menor, repleto de deficiencias, a la discusión del título, y no habrá crítico, por aplicado que sea en la disección de sus errores, que pueda negarle semejante mérito. No hay nada que Víctor Mesa pueda hacer contra sí mismo, nada que borre o niegue el bien que ha significado para Matanzas y, como están las cosas, para el beisbol cubano en general.

Cierto: no hay nada que pueda hacer contra sí mismo, pero miren que lo ha intentado. Sus continuas y desacertadas declaraciones, sus arranques de ira desmedida y su soberbia, que no es ya una soberbia carismática, sino una soberbia prepotente, pesada, indefendible. Ha logrado infundarle miedo a los periodistas y contesta lo que le da la gana, en el tono que le da la gana, el día que le da la gana. Un poco de atención a sus palabras evidencia que se ha enemistado con los medios, y que los reporteros del beisbol cubano le parecen indolentes, poco expertos, no saben siquiera lo que van a decir.

Cada vez que le han preguntado algo que no sabe contestar, algo que implique un cuestionamiento, Víctor Mesa se ha puesto grandilocuente y furioso, y se ha marchado por las ramas. Los periodistas son despachados con negaciones rotundas, sacados de los micrófonos a puntapiés. No obstante, siguen demonizándolo, y Víctor no es un demonio. Es, a pesar de la peligrosa autocracia que en este momento ejerce, una de las pocas cosas vivas del beisbol cubano, y habrá que salvaguardarlo cuanto antes. La Serie Nacional echará a perder a Víctor Mesa antes que Víctor Mesa arregle la Serie Nacional.

Ariel Pestano, por su parte, ha demostrado ampliamente por qué es el mejor catcher de Cuba, y entre los primeros del mundo. Yo disfruto su precisión e inteligencia, su maestría absoluta, su pomposa altivez. Cuando se retire, pasarán años para que volvamos a contar con un receptor de su categoría. Durante las últimas temporadas, habíamos empezado a despreciarlo. Hundidos en la literalidad de nuestra pelota, casi ningún aficionado valoraba ya su utilidad imprescindible, casi oculta. Dice David Schonfield, comentarista de ESPN, refiriéndose a Yadier Molina: “El arte de manejar un partido detrás del plato es el atributo más sutil que puede tener un receptor. El liderato que se requiere para ayudar a la confianza de un lanzador es ciertamente difícil de identificar.”

Por contradictorio que suene, tuvo que regresar Víctor Mesa y excluir a Pestano de la nómina al Clásico para que recordásemos el peso de su valía. De hecho, no nosotros. Tuvo que venir Víctor Mesa para que Pestano recordase quién era y dejase a un lado la malcriadez. Pero yo lo habría asustado solo un poco, lo suficiente, nunca le hubiese aplicado una sanción tan severa. Podemos discrepar, pero me temo que Cuba no avanzó a San Francisco, y su pitcheo lució tan inconsistente, porque Javier Gálvez se quedó en Mayabeque y, sobre todo, porque Pestano no calzó los arreos. No hay una expresión de virtuosismo en la pelota cubana actual comparable a su ejercicio de receptoría. O sí, los ceros de Freddy Asiel Álvarez, pero si no fuese por su catcher ya le habrían marcado alguna limpia.

El sábado pasado Pestano asistió por primera vez a una de las conferencias (siempre van los héroes públicos, no los tanques pensantes), sin embargo, no habló una sola palabra. Dijo que estaba allí por una cuestión de disciplina, pero que no tenía opiniones sobre nada. A mí me parece muy digno de su parte que mantenga una posición hasta el final, que demuestre que es el mejor de Cuba, y que ahora, ante el éxito, les pague a los periodistas con lo mismo que le pagaron cuando salió derrotado, es decir, con silencio.

Pestano se encuentra molesto con la prensa justo por lo contrario que se encuentra molesto Víctor. Pestano, porque en su momento lo olvidaron como si fuera un atleta común, y Víctor, porque lo mencionan todo el tiempo. Ambos, a su vez, ilustran una creencia extendida. Los periodistas, debido a la broma macabra a que se ha reducido el oficio, no gozan de ningún prestigio social, de un ápice de credibilidad, cualquiera cree que puede ningunearlos. Probablemente Víctor se comporta cada vez más desfachatado porque alguien le lee, diariamente, la sarta de argumentos pueriles y mal escritos, la cantidad de basura crítica que los blogs y perfiles de Facebook cubanos (no todos, pero casi) despachan sobre su persona.

Uno se aburre de leer siempre el mismo análisis, sobre el mismo punto vacío. El tema se ha agotado, pero como los periodistas cubanos no pueden hablar de nada, ni siquiera en sus bitácoras íntimas, se siguen cebando en Víctor con encono. Descargan en Víctor toda la furia y la impotencia de años, y tal parece, si nos guiamos por los sitios digitales, que Víctor no es un simple director de beisbol, sino el culpable de nuestra economía, del cable de fibra óptica, de la mala literatura, la corrupción y las malas cosechas, todo junto.

Hay un punto en el que nadie parece haber reparado, y que al menos a mí me sonó peligroso. Tras el séptimo juego Matanzas contra Sancti Spíritus, le preguntaron sobre Villa Clara, sobre su dirección y sus métodos controversiales, y sobre la espinita que traía un duelo con su antiguo equipo, una provincia donde Víctor es leyenda.

Contestó que su única espinita era con los americanos, y que el beisbol era una forma de defender la Patria. No se ha escrito nada al respecto. Claro, es un tema sensible, que supera al propio Víctor. Ni él mismo sabe lo que dijo, pero ese nacionalismo barato, esa patrioterismo per se, es la base de la politización decadente que considera traidores a los peloteros cubanos de Grandes Ligas. Es la triste subversión del deporte y el desconocimiento de su esencia.

¿Una espinita con los americanos? ¿Qué nos han hecho a nosotros los peloteros de los Estados Unidos? Si Cuba tuviese que tener una espinita con alguien, sería con Japón, y muy particularmente con Holanda -sobre todo Víctor Mesa-, pero no con los americanos, los pobres, que no han llegado siquiera a la final de un Clásico.

Hay que tener cuidado con los símbolos, con las metáforas. Algunas merecen que le apliquemos una estricta literalidad. Si el beisbol fuese una forma de defender la Patria, pues habríamos jugado pelota en Playa Girón, y asunto resuelto.Por lo pronto, no nos dejemos confundir. Las conferencias de prensa, y el play off final, son básicamente un libreto clásico, con dos contendientes prístinos. Uno desde la locuacidad, el otro desde el silencio. Víctor y Pestano. O Aquiles contra Aquiles. Falta mucho todavía para que tengamos en Cuba un héroe como Héctor.

Comentarios

Agradecida por tu magnifico comentario,mas que bueno yo diria que sincero.Soy matancera,estudiante de periodismo y adicta a la personalidad de Victor,pues aunque para otros sea un manager grosero y equivocado,quienes sentimos a Matanzas de corazon,sentimos a Victor de corazon.No importan sus insultos,sus acelerones,porque Mesa es como un viejo regañon, si, como papa o como abuelo,pero no lo hace con fines hirientes,todo lo contrario,lo hace por amor,por imponer disciplina y eso es algo que sus mismos discipulos pueden comprobar... basta ya de discusion...Si pidieran a los matanceros cambiar algo de nuestro Victor, la hoja se quedara en blanco...es nuestro Victor,no tiene por que gustarle a nadie mas,su pueblo esta orgullosisimo y jamas dejara de apoyar sus malcriadeces.

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