Colombia: Sin pedirle peras al olmo

Colombia: Sin pedirle peras al olmo
Fecha de publicación: 
13 Junio 2013
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Confieso que me agradó el hecho de que el gobierno de Juan Manuel Santos accediera a abrir un espacio con las fuerzas guerrilleras de Colombia para llegar a un proyecto que llevara la paz a la nación suramericana, con la asistencia de Noruega, Venezuela y Cuba —país sede de las conversaciones—; y que se haya virtualmente cubierto un primer punto tan importante como el de hallar una solución al problema agrario.
                                                                                                   

También que, pese a haber sido su ministro de Defensa, Santos no simpatizara con la política del anterior presidente, Álvaro Uribe, conocido por su extremismo, exceso de servilismo al Imperio y su odio personal al fallecido líder venezolano, Hugo Chávez.
                                 

Por ello causó lógico malestar que recibiera en la mismísima Bogotá, en el Palacio de Gobierno, al derrotado candidato presidencial venezolano, Henrique Capriles, quien encabeza todo un activo y millonario movimiento de la derecha para que se ignore al legítimo mandatario Nicolás Maduro. En ese momento, elementos radicados en Miami se movían libremente en Colombia para conspirar y ayudar a la desestabilización de Caracas. La compra de 18 aviones de guerra por esos mafiosos no es casualidad alguna.
                                                                                      
Por eso se hace muy difícil pedir que se piense con cabeza fría y no sublevarse ante la información de que Santos pidiese en esos momentos —aunque también sería malo en cualquier otro— el ingreso de Colombia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuestión desmentida primero por el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien, según AP, dijo que su país no está interesado en ser miembro de la OTAN, como insinuó anteriormente Santos. "Así de simple: Colombia no puede ser miembro, no quiere ser miembro de la OTAN", sostuvo Pinzón en declaraciones a la emisora local La W.
                                                                         

Días atrás, Santos había asegurado que en este mes de junio, la OTAN va a suscribir un acuerdo con el gobierno colombiano, con el Ministerio de Defensa, para iniciar todo un proceso de acercamiento, de cooperación, con miras también a ingresar a esa organización".
                                                                                                      
Según Pinzón, Colombia, en cambio, "va a seguir trabajando para tener una asociación para fortalecer la cooperación... que lo hacemos a nivel unilateral con buena parte de los países del mundo, a nivel multilateral con muchas organizaciones, que es lo que vamos a seguir buscando”. En síntesis, insistió Pinzón, lo que Colombia pretende con la OTAN es un acuerdo de cooperación para tres temas específicos: derechos humanos, justicia militar y educación a las tropas.
                                              

En declaraciones al diario bogotano El Tiempo, el titular de la cartera de Defensa dijo, al referirse al tema de la OTAN, que "se está armando una tormenta en un vaso de agua", y aseguró que el convenio "no implica bases militares ni tropas ni nada que ponga en riesgo la seguridad y la paz de la región".
                                                                                   
De todas maneras, el hecho tenía que provocar el descontento en los gobiernos progresistas de la región, independientemente de la retracción oficial de Colombia, que ya tiene un acuerdo con Estados Unidos que permite a tropas estadounidenses usar siete bases colombianas.
                                                                                                         
Ese acuerdo y la denuncia del gobierno del entonces presidente saliente Álvaro Uribe sobre la supuesta presencia de jefes guerrilleros colombianos en territorio venezolano, desembocaron en la decisión de Hugo Chávez de romper relaciones con Colombia el 22 de julio del 2010, que se reanudaron con la llegada de Santos al poder en agosto de ese año.
                                                                                                                
Maduro llamó a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) a "reaccionar", e invitó al gobierno de Santos a "reflexionar". "Se quieren traer el poder militar, que lo deciden en Washington, para el continente; es una amenaza para el continente", enfatizó.
                                                                                              
El presidente de Bolivia, Evo Morales, lo calificó de "amenaza, provocación y conspiración" contra los pueblos de América Latina.
 

"¿Cómo es posible que Colombia pida ser parte de la OTAN?, ¿para qué?: para agredir a Latinoamérica, para someter a Latinoamérica, para que nos invada la OTAN, como han invadido en Europa, en África, en especial", criticó.
                                                                                                     

"Los presidentes debemos garantizar paz, seguridad, integración y desarrollo... no queremos muerte, queremos vida", reclamó, y afirmó: “Estoy seguro, segurísimo de que estas provocaciones (vienen) del imperio, del capitalismo, que mediante sus lacayos quieren planificar estas intervenciones, (pero) se equivocan… no estamos en tiempos en que se soportaban intervenciones; son tiempos de pueblo y no de imperios, son tiempos de movimientos sociales".
                                                                                                                 
Y aunque el gobierno colombiano aseveró que desea mantener las buenas relaciones con Venezuela, que tanto ha hecho por el proceso de paz en Colombia, los hechos insinúan que se dio margen a la ultraderecha para conspirar contra Venezuela y colocar a Bogotá en un punto de contención a los gobiernos progresistas de la región.
                 

De todas maneras, y esto es lo más importante, hay que evitar cualquier desestabilización entre Venezuela y Colombia y el peligro que conlleva para las conversaciones de paz entre guerrilla y gobierno colombiano, que hoy, según fuentes progresistas, se hallan en un verdadero limbo.

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