Ecuador: Correazos al Imperio

Así como la política del  presidente boliviano, Evo Morales, no le deja ni una pluma al halcón –una de las  representaciones simbólicas de Estados Unidos-, el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, lo tiene en jaque con su Revolución Ciudadana pese a intentos de golpe de Estado y asesinatos y la campaña mediática para desprestigiarlo.

Tan es así que, tras las más recientes elecciones, la derecha opositora ha sido reducida a la más mínima expresión en el Parlamento y solo la ignorancia de algunos líderes indígenas no permite o no ayuda a entender el quehacer de un gobernante que ha llevado la esperanza a la mayoría del pueblo ecuatoriano.

No son meras palabras, porque así lo demostró el inmenso respaldo popular en el citado proceso comicial y en las diversas políticas aplicadas desde que fue electo presidente por primera vez en el 2006.

Pudieran esgrimirse cifras que así lo ameritan, como el del crecimiento del Producto Interno Bruto en más del 4% el pasado año, pero la más elocuente es haber reducido la pobreza de poco menos del 30% a un 11,2% durante su primer mandato, y ahora se propone llevarla a la mínima expresión, convirtiendo en paradigma a la más atrasada región ecuatoriana, la Amazonia.

Inteligente esfuerzo de un presidente que ama profundamente a su país, comprende que hay que buscar la unidad entre grupos indígenas que han sido históricamente rivales y evitar que sean manipulados por elementos ambiciosos que, a su vez, serían instrumentos del imperialismo.

El hecho de que por primera vez en más de una década un presidente termine su período de mandato y, además, sea reelecto, sin que una oposición pueda esgrimir coherentemente, sin contradecirse, algo en contra al respecto, evidencia lo dicho antes.   

Ello tiene la particularidad de que Correa ha acudido a consultas populares o referéndum para lograr la aprobación popular ante determinada situación, lo cual representa un aval para un gobierno que conjuga la representación con la participación, una forma muy honesta de democracia.

Correa en Ecuador, así como Evo en Bolivia y el fallecido líder Hugo Chávez antes en Venezuela, como ahora Nicolás Maduro, han sido protagonistas del advenimiento de una democracia política que calificaría de real, porque son impulsadas por gobiernos populares asociados a la izquierda, que critican al capitalismo a la vez que creen en la democracia, introduciendo elementos completamente nuevos basados en las consultas institucionalizadas, tanto para ratificar o revocar gobernantes, como para aprobar determinadas transformaciones.

En lo que concierne a Ecuador, ese mandato que ha seguido dando el pueblo a Rafael Correa es un voto de confianza consciente a una figura que ha dado muestras sobradas de dignidad y soberanía, respondiendo consecuentemente a los intentos imperialistas de humillarlo. 

En este contexto recuerdo que la entonces embajadora estadounidense, Heather Hodges, se negó a responder el porque había utilizado un cable firmado por ella y filtrados por la red Wikileads, donde insultaba al Presidente, vinculándole falsamente con hechos de corrupción policial.

No es casual que observadores y medios de prensa nacionales y extranjeros vincularan ese episodio al intento de golpe de Estado y asesinato de Correa, que elementos de la policía trataron de llevar a cabo meses atrás, y lo relacionan con denuncias del gobierno ecuatoriano sobre la infiltración de la Agencia Central de Inteligencia en ese cuerpo.

La incorporación del gobierno de la Revolución Ciudadana a la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América lo colocó en objetivo de conjuras, conspiraciones e intrigas de todo tipo para liquidar la experiencia patriótica que se lleva a cabo en Ecuador, intentos que hasta ahora han tenido las más firmes respuestas de un Ejecutivo que cuenta, subrayo, con el mayoritario respaldo popular.