Paz en Colombia, marcando su ritmo propio

Paz en Colombia, marcando su ritmo propio
Fecha de publicación: 
24 Mayo 2013
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Los representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo y del gobierno de ese país prosiguen los diálogos de paz  en el habanero Palacio de Convenciones.

Los ciclos de conversaciones se han sostenido de forma ininterrumpida, acompañados tanto por muestra de apoyo del pueblo colombiano, como por campañas mediáticas destinadas a boicotearlos.

Que luego de tantos meses la mesa de negociaciones siga en pie podría entenderse como la reafirmación del objetivo común de marchar hacia la superación definitiva del conflicto. Sin embargo hay quienes se han cuestionado el empeño puesto en el diálogo.

Ante todo no resulta lógico que mientras se sostienen intercambios con el fin de lograr la paz continúen los combates. Tampoco lo es la insistencia del presidente Juan Manuel Santos en una entrega unilateral de las armas por parte de las FARC-EP. Los guerrilleros, por supuesto, se negarán a desmovilizarse hasta no constatar una intención real del gobierno de resolver los problemas planteados.

El cese bilateral del fuego, al que la guerrilla se ha mostrado dispuesta, es imprescindible para mostrar una verdadera voluntad de ambas partes de llegar a las raíces del conflicto armado, que ha dejado cerca de cuatro millones de desplazados y 600 mil muertos en casi medio siglo.

Pero el tema del abandono de las armas y la desmilitarización será el último que se aborde. La lentitud con que marcha el proceso es otro motivo de dudas. De continuar al mismo ritmo, el tratamiento de los seis asuntos acordados podría tomar otro año o más. Aunque Santos ha afirmado en varias ocasiones que antes de culminar el 2013 podría haber un acuerdo firmado, eso parece poco probable.

El número de ciclos necesarios para analizar únicamente el primer punto de las discusiones llama la atención sobre el poderoso muro que se alza entre ambos bandos, aunque poco a poco se derrumban las barreras en cuanto al tema agrario.

En cuanto a la eficacia del diálogo, Iván Márquez, representante de la guerrilla y Humberto de la Calle, su homólogo por la parte gubernamental, han mostrado su optimismo  sobre la marcha de las conversaciones.

El análisis comenzó por la agricultura, un tema muy espinoso, pero imprescindible. Uno de los principales reclamos de las FARC-EP es  precisamente el de eliminar la apropiación injusta y el uso indebido del territorio colombiano por las insensibles transnacionales y las corrompidas élites sociales, políticas y militares del país.

La organización insurgente presentó ocho propuestas mínimas para el reordenamiento y uso territorial, enfatizando en la democratización de la propiedad y el estímulo de la producción alimentaria. Estas se avienen muy bien con las protestas del campesinado de ese país y los paros cafetaleros que abogan por una repartición equitativa de la tierra.

Evidentemente se trata de un asunto muy complejo que debe quedar zanjado antes de pasar a otras temáticas también complicadas como la participación política, la atención a las víctimas de más de medio siglo de hostilidades y el problema del narcotráfico y la violencia que este lleva consigo.

Sin dudas es largo y tortuoso el camino para llegar a un acuerdo, y sobre todo para materializarlo. Es preferible darle tiempo suficiente a la iniciativa de diálogo, un intento que se hace por primera vez, antes de perpetuar la guerra sin otra opción. Lo importante, más allá de los ciclos necesarios, es que realmente se logre el anhelo de todos los colombianos: la paz.

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