Rusia, Siria y las mentiras de la AP

Rusia, Siria y las mentiras de la AP
Fecha de publicación: 
18 Mayo 2013
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A fines de este mes de mayo se reúnen en Ginebra los países que, de una forma u otra, intervienen en el conflicto de Siria y, con excepción de Rusia y China, el resto participa directa o indirectamente en el complot agresivo contra la nación árabe. 

En torno a ello los medios masivos de comunicación del imperio, entre ellos la Associated Press, han especulado con la posibilidad de que Estados Unidos haya convencido a Rusia de que acceda a la deposición del presidente Bashar al Assad, y a cambio el Pentágono respetará los intereses moscovitas en la región.   

Pero el canciller ruso, Sergei Lavrov, calificó de falsedad todo lo relacionado con lo anterior, y alertó sobre  la profundización de la agresión, que hoy se extiende por el todo el país y tiene como instrumentos a opositores y mercenarios que practican todo tipo de terrorismo, incluso el canibalismo, o sea, crímenes de lesa humanidad. 

A propósito de la AP, por estos días se descubrió que muchos de sus periodistas han sido espiados por diversos medios de la Agencia Central de Inteligencia, presumiblemente por el aparente contacto con  entes que desean develar algunos secretos, al estilo de Wikileaks. 

Pero, por supuesto, la sangre no llegó al río y todo quedó para agregar una nueva acusación al presidente Barack Obama y su administración, cuando nunca antes, en similares circunstancias, esta agencia hizo algo contra gobiernos republicanos.   

BUENA FORMA, MAL CONTENIDO   

El buen periodismo formal de los norteamericanos ha servido de base para la mentira y la tergiversación, principalmente en el plano económico, mientras el contenido ha sido guiado por los intereses militares, también en pos de ganar dinero a cualquier costo, bajo el pretexto de la seguridad nacional y el combate al terrorismo.   

Si algo quedaba de aquel periodismo que protagonizó Ed Murrow contra la caza de brujas anticomunista llevada a cabo por Joseph Mc Carthy y el posterior “periodismo nuevo”, en el que la información devenía en ensayos u otros documentos librescos, lo cierto es que los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono catalizaron la censura hacia todo lo que impidiera la represión, tanto en lo individual como en lo colectivo.   

AP y CNN jugaron un papel magistral en la presentación de la primera agresión a Iraq como un acto de justicia, por el erróneo ataque de Bagdad a Kuwait; el inicio del bombardeo y ocupación de Afganistán llevó el sello justiciero contra los presuntos perpetradores de los ataques en Nueva York y Washington –no plenamente aclarados- y la nueva invasión a territorio iraquí intentó presentarse como el intento de impedir que Saddam Hussein utilizara una inexistente arma nuclear.     

Extenso sería el espacio para presentar todas las depredaciones de los imperialistas norteamericanos contra los pueblos agredidos, con participación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la agresión iniciada por Estados Unidos contra Afganistán, y el protagonismo que, bajo las órdenes de Washington, le hizo encabezar la destrucción Libia.   

Hoy Washington alienta todo tipo de agresión contra el gobierno de Siria, en lo cual utiliza a los medios como instrumento de propaganda de quienes gobiernan realmente en Estados Unidos, con el apoyo de los denominados tanques pensantes y los laboratorios de guerra sicológica. En ello tiene un papel importante el denigrar al gobierno ruso, tergiversando su actitud contenciosa y mediadora para evitar el agravamiento de la situación.    

QUE LA VERDAD SE CONOZCA  

Tanto en lo que respecta a Siria como en cualesquiera situación en el resto del mundo, se hace necesario que la verdad se conozca y se haga fracasar los planes imperiales

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       En Cuba, donde en meses venideros se realizará el IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, se hace difícil, pero necesario que el pueblo norteamericano conozca la verdad sobre nuestros Cinco Héroes, injustamente encarcelados en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.     

Y es que la censura oficial trata este tema como lo ha hecho para justificar las agresiones contra pueblos inermes, mientras los monopolios de la información cubren la realidad con lo banal y el engaño.     

Recordamos hace algún tiempo en la página web de Habana Radio que Estados Unidos ha sido cuna de talentosos periodistas, muchos de ellos devenidos en escritores, caracterizados por su objetividad en la denuncia de la mentira.      

De modo que los jóvenes, los estudiantes, los intelectuales y los periodistas protagonizaron esfuerzos innovadores dirigidos a romper con tabúes y normas estancadas, debido a la opresión, la desigualdad y las injusticias del sistema establecido.  

 Numerosos reportajes, con sus revelaciones y denuncias, hicieron temblar al poder. Los periodistas se convirtieron en actores sociales que participaban de los mismos hechos que narraban, involucrándose en las profundidades de los mundos y los personajes que daban vida a sus textos. Era un periodismo arriesgado y comprometido que, gracias a su valor literario, generó numerosas obras que trascendieron como libros que hoy en día aún tienen actualidad.   

Michael Moore con sus documentales, la denuncia del caso Watergate, que llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon, y diversos materiales sobre el asesinato del también mandatario John F. Kennedy, y el de su hermano Robert son algunos ejemplos.  

Pero la actual situación es peor, y solo las filtraciones de Wikileads fue un respiro al respecto, no exento de represalias contra quienes intentaron participar en la batalla entre lo nuevo y lo conservador.

Al final, con todos los recursos en sus manos, dominaron los monopolios, que establecieron una censura subliminal en las cuestiones donde se les podía escapar el poder, y férrea cuando se veían realmente en peligro.   

Así es en nuestros días, en los que la tarea de que se sepa la verdad es más ardua que el enfrentamiento del Quijote con los Molinos.                                                                       

 

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