Tatuajes: Jóvenes ilustrados

Tatuajes: Jóvenes ilustrados
Fecha de publicación: 
29 Abril 2013
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Imagen principal: 

Fotos: Vladia Rubio

“El hombre ilustrado era una acumulación de cohetes, y fuentes, y personas, dibujados y colo-reados con tanta minuciosidad que uno creía oír las voces y los murmullos apagados de las multitudes que habitaban su cuerpo. Cuando la carne se estremecía, las manitas rosadas gesticulaban, los labios menudos se movían, en los ojitos verdes y dorados se cerraban los párpados. Había prados amarillos y ríos azules, y montañas y estrellas y soles y planetas, extendidos por el pecho del hombre ilustrado como una vía láctea.”

Aunque los motivos que inspiraron al protagonista de  El Hombre ilustrado -cuento del conocido escritor Ray Bradbury que da título a su volumen homónimo-, nada tienen en común con los que hoy impulsan a jóvenes cubanos a dibujarse para siempre la piel, el entusiasmo de Yordan, de 19 años, revela cómo esta añeja práctica no solo continúa extendiéndose, sino va reconfor-mándose con cada nueva gota de tinta.

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El precio del tatuaje más sencillo puede rondar los 10 cuc, afirma el entrevistado

“¿El tatuaje? ¡Eso es lo máximo y a las niñas les gusta cantidad, por eso fue que me lo hice!”
Él no es una excepción. Entrevistado por esta reportera, Nelson Jaime Santana,  investigador del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello (ICIC), opina que se trata de un fenómeno con creciente popularidad en la Isla, donde parecen ir borrándose prejuicios que sobre todo lo asociaban a marginalidad y mundos torvos.  

Y si el tema en su conjunto resulta prácticamente virgen para las indagaciones sociales, más aún lo es la arista sobre la que se propuso indagar este joven sociólogo: el mundo de los tatuadores.

¿Quiénes son aquellos que estampan los cuerpos de jóvenes cubanos, cuál puede ser su influencia al momento de decidir por uno u otro dibujo o símbolo?, ¿qué han aprendido sobre las características y preferencias  de sus clientes? 

 

Nelson Jaime Santana, investigador del ICIC, presentó los resultados de este primer estudiotatuaje3

Buscando aproximarse a respuestas para estas interrogantes, Jaime Santana les sigue el rastro a tatuadores  del occidente del país desde el año 2010. Varios encuentros de estos muchachos, procedentes de Pinar del Río a Cienfuegos, auspiciados por la Asociación Hermanos Saíz (AHS), le han servido de escenario al sociólogo para su indagación, sustentada en un importante credo: Los tatuajes contribuyen a construir la identidad de diferentes culturas juveniles, aunque ello no siempre sea advertido. Tampoco muchos conciben esos dibujos como “mediadores entre el ser y el parecer”, según afirma el entrevistado.

Hipervínculos en la piel

Dayma trata de concentrarse en el rock que estremece la pequeña habitación, intentando sustraerse a lo que siente en su tobillo. Allí, entre minúsculas gotas de sangre, va naciéndole una mariposa.

“La escogí porque sí, porque es bonita, se usa”, contesta casi lacónica y vuelve a apretar con fuerza los párpados. Mientras, reciben los toques finales unas alas que parecen a punto de levantar vuelo quién sabe sobre cuál jardín o lodazal.

El joven que termina los últimos rasgos del dibujo, permanece silencioso, sin manifestar emo-ción alguna, pero en el fondo está contrariado.

“Hoy, la mayoría de los muchachos no tienen conocimiento de lo que se están tatuando. Lo hacen, según pude constatar en mi estudio, por moda, por embullo o presión grupal, y a veces para quedar bien con otra persona. Eso promueve cierta indignación en los tatuadores, quienes defienden tal práctica precisamente a partir de la significación de los dibujos o símbolos. No es llevar un tatuaje por llevarlo, refieren, es saber lo que representa esa rosa, ese nombre, esa cruz invertida. Y son los tatuadores quienes a veces les hacen reflexionar sobre lo que van a dibujarse para siempre”, explica el estudioso del ICIC.

Al caracterizar a quienes marcan de modo indeleble con agujas que, al decir de Bradbury, “mordían y picaban como avispas o abejas delicadas,  el investigador detalla algunos de sus ras-gos comunes: al menos en el occidente del país, son mayoritariamente de tez blanca, los identifi-ca, como tendencia, la afición por la música rock y la moda asociada a ese estilo. Es decir, visten de manera desenfadada, suele vérseles usualmente con ropa oscura, piercings, cadenas, y, por lo general, están profusamente tatuados.

“Los investigadores estamos coincidiendo –insiste el sociólogo- en que va perdiendo fuerza el estereotipo de que tatuadores y tatuados son personas marginales. Simplemente, buscan estar a la moda. Actualmente, para ‘tener voltaje’, hay que llevar un tatuaje, según manifiestan los jóvenes.

“Ellos no ven en estas marcas una expresión de poder adquisitivo, sino de identidad personal, a la vez que señalan la pertenencia a un grupo determinado. Son como un hipervínculo en la piel, que remite a otras informaciones sobre quien lo porta.

“Por consiguiente, se van dejando de entender dichas marcas como un estigma, lo cual pudie-ra ser a su vez un intento por neutralizar o ignorar la rebeldía que los dibujos en el cuerpo buscan expresar.” No se trata de una rebeldía específica contra posiciones políticas, de género, ambien-tales, u otras.  Son la indocilidad o irreverencia consustanciales a cada generación con respecto a sus antecesores y a su propio presente.

Estar tatuado no permite actualmente identificar la procedencia de uno u otro estrato social, explica; tampoco la formación académica.  Sin embargo, el contenido,  tamaño y ubicación en el cuerpo de los tatuajes sí ofrecen señales acerca de quien los lleva.

Para leer la epidermis

A partir de  las entrevistas en profundidad y los grupos de discusión realizados, Nelson afirma que es muy difícil determinar cuáles son los tatuajes más solicitados, pero, al menos entre la iconografía cubana, predomina la Virgen de la Caridad del Cobre, asegura. Le siguen entre los más pedidos la bandera cubana y la imagen del Ché. Ambas, reinterpretadas de muy diversas mane-ras; tantas, como las individualidades que las tatúan y las llevan.

Las partes del cuerpo que más se dibujan los varones son la espalda y los brazos, sobre todo el antebrazo, donde se hacen los llamados tribales.  Estos, en el caso de las muchachas, encuentran como sitio de preferencia las caderas. Ellas también acostumbran a tatuarse en  tobillos, senos,  y nuca. Lugares que, aclara  el investigador, acogen en particular los llamados tatuajes eróticos.

“Son aquellos que buscan realzar partes sensuales del cuerpo. No necesariamente deben asociarse con los genitales. Aunque también existen tatuajes en esas zonas, son los menos porque resultan los más peligrosos y dolorosos”.

No obstante, Nelson comenta que en la actualidad es imposible responder cuáles son las peculiaridades de los tatuajes cubanos, cuáles sus puntos en común y sus diferencias con los realizados en otras geografías. Ese será, anuncia, uno de los tópicos en que seguirá profundizando.

En cuanto a los tatuadores, subraya que aunque solo una parte de ellos tiene formación artística, sobre todo en academias como San Alejandro, la mayoría se perciben a sí mismos como ar-tistas y aseguran que “es más difícil dibujar y pintar sobre la piel que sobre un lienzo o una cartulina”.

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Los tatuajes pueden hablar de gustos personales y también de ideologías

A partir de ese convencimiento y de sus resultados, visibles por las calles, el sociólogo opina que además de propiciar encuentros como los organizados por la AHS, sería también conveniente organizar para los tatuadores intercambios con decisores que pudieran facilitarles la compra de los materiales necesarios en su oficio. “Más que prohibirlos, como están ahora -porque no quedan comprendidos entre los trabajadores por cuenta propia legalizados-, permitirles, sin paternalismo alguno, que accedan a estos recursos para comprarlos.

“Esa sería una buena variante, dice, para ayudar a las condiciones higiénicas que este des-empeño requiere, y que cada vez han ido mejorando, pero a partir de adquirir los útiles no siempre por medios lícitos.
“Porque, de todas formas, ellos van a seguir haciéndolo, es además su única vía de ingresos. Además, si continúan practicándolo, es porque tienen demanda. Eso se percibe de manera clara.”

Las pieles de no pocos jóvenes cubanos están hablando por sí solas. Deberían ser más escuchadas.

Riesgos bajo la aguja

-Los pigmentos pueden desencadenar fenómenos alérgicos importantes (hipersensibilidad). También pueden aparecer reacciones cuando se exponen a la luz solar (fotosensibilidad) y a los rayos ultravioleta, y es posible que acontezcan otras respuestas inflamatorias de carácter crónico.

 -Existe riesgo de desarrollar cáncer. En particular, los melanomas, carcinomas y linfomas. Muchas de esas enfermedades están relacionadas con determinados compuestos potencialmen-te cancerígenos presentes en las tintas.

-En algunas tintas hay ingredientes altamente perjudiciales como el mercurio, cadmio y cobal-to. También el cromo, el níquel y el magnesio, usados en determinados colores pueden causar daños importantes.

-Además de infecciones, puede adquirirse si no se cumplen todas medidas higiénicas,  entre ellas agujas desechables o esterilizadas, VIH/sida, hepatitis B y C.

-Los pigmentos de color rojo son los causantes de más complicaciones.

-Las zonas más peligrosas para tatuajes son la boca, la nariz, el cuello y los órganos genitales.

-En algunos países las personas tatuadas no pueden donar sangre hasta un año después de esa experiencia.
Nota: Con información del doctor en ciencias médicas y especialista de segundo grado en Medi-cina Interna, Julio César Hernández Perera; ofrecida a Juventud Rebelde, en septiembre de 2012; y varias fuentes digitales.

 Historias en la piel

La momia conocida como Hombre de Hielo, un cazador del Neolítico, es el cadáver humano con piel más antiguo que se ha encontrado y tenía la espalda y las rodillas tatuadas.

De entonces a la fecha, la historia del tatuaje ha quedado grabada en la piel de la raza huma-na.  Entre sus más remotos orígenes se ubica el Antiguo Egipto, donde revestía significados ri-tuales o simbólicos, mientras en Grecia y Roma era usado para marcar a los criminales.

Los antiguos pobladores de la Polinesia también se anotan entre los primeros en grabarse mo-tivos sobre el cuerpo, que han sido reconocidos como los tatuajes artísticos de mayor reputación. En Nueva Zelanda, por su parte, un tatuaje tribal identificaba a cada individuo.

El tatuaje llegó a occidente por vía marítima procedente de las islas de la Polinesia. También fueron marineros los que hicieron proliferar en Cuba esta milenaria práctica, acogida en un inicio sobre todo por los ñáñigos.

Comentarios

hola como estan busco buenos tatuajes para hacerme como me pùedo poner en conctato con estedes.
par a mi los tatuaje es como una cultura que me llama la atención es unamanera de expresar lo que siente el artista que lo realisa, claro pero a traaves de los dibujos se expresan los que sien te la persona que se los tatuo.
este articulo esta muy interesante de gran ayuda para jovenes como yo que relice mi tesis de graduacion sobre este tema tan poco estudiado en nuestro pais.
marlon no se si has oido hablar de los paquetes que entran todas las semanas en muchas computadoras ahi los puedes encontrar

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