Quiero bailar por muchos años

Una de las cosas que llaman la atención de la compañía Danza Libre de Guantánamo es la  ductibilidad artística de sus bailarines. En un pestañazo, van del universo contemporáneo a la notable exigencia física del folclor. Dunia Acosta es un buen ejemplo de esto. En las presentaciones de la compañía en el teatro Guaso de la ciudad, se le puede ver estrenando varias coreografías contemporáneas y luego, al abrirse el telón verla encarnando, con la misma facilidad, a una deidad afrocubana, con toda la actitud y la pasión que ello demanda. Dunia lleva tres años en Danza Libre y en un inicio quiso ser bailarina de ballet clásico.

"Me extasiaba viendo a las bailarinas en De la gran escena. Quería ser como ellas y me ponía a bailar, soñando igualarme. Buscando la danza, comencé en la academia infantil de Danza Libre pero, como en esos años la compañía estaba viajando mucho, pasé a tomar clases en Danza Fragmentada, otra importante compañía de nuestra ciudad".

—Esas clases te prepararon para ingresar en la escuela de arte…

—Así fue. Hice todo el nivel elemental aquí en Guantánamo. Luego tuve que viajar a Bayamo para hacer todo el nivel medio en la Escuela Profesional de Arte de esa ciudad. Realicé un año de prácticas en Danza Libre y, al graduarme, aquí me quedé hasta hoy.

Revelo que nos costó un poco de trabajo convencer a Dunia a dar una entrevista. Aunque la joven fue siempre amable, su timidez la tensaba ─nerviosa como una niña─ cada vez que nos acercábamos a conversar con ella. Por eso la pregunta se hizo obligada, elemental:

—¿Tienes miedo a dar una entrevista y no a pararte en la escena?
     

—Me encanta actuar en la escena. Por encima de mi timidez, en el escenario me transformo, ya no en otra persona sino en cualquier cosa, y eso es algo que disfruto mucho. Me gusta darle al público papeles muy diferentes.

—¿Cuán difícil es el trabajo en una compañía como Danza Libre para un bailarín?
 

—Hay que decirlo: Danza Libre es una escuela.  El universo de esta compañía, una de las más importantes del país, es muy rico. Existe un movimiento coreográfico indetenible. Estrenamos obras contemporáneas de todo tipo, con todo tipo de inquietudes, y eso te hace desarrollarte personalmente, enriquecerte con las ideas y las culturas de los coreógrafos. En la parte folclórica igual. En la escuela de arte te enseñan una base para el folklore yoruba. Aquí ese conocimiento se desarrolla en grande; pero vamos más allá, porque en Danza Libre se baila también, y mucho, el folklore franco-haitiano, muy arraigado en esta zona del país.

—Entonces ¿qué requisitos debe cumplir un bailarín para pertenecer a Danza Libre?

—Tener un gusto verdadero por la danza. También hay que tener mucha voluntad, estar dispuesto a sacrificar cosas, porque el trabajo es duro, exige mucho tiempo, por momentos se necesitan horas extras para terminar una obra, para los ensayos.

—¿Es difícil ser bailarín en Guantánamo?

—Para nada. Como en cualquier provincia, lo importante es que te guste lo que haces. Todo lo otro es complementario. Cierto es que nos desarrollamos con mucho esfuerzo, no tenemos la promoción que tienen otras compañías, ni el teatro idóneo, pero nuestro trabajo es reconocido. Y eso es lo que vale al final. Por mi parte me declaro completamente satisfecha de estar y bailar aquí, de pertenecer a Danza Libre.

—Dunia ¿cuáles son tus metas profesionales?

—Mantener el trabajo alcanzado hasta ahora, cosa muy difícil cuando el instrumento que usas para expresarte es tu propio cuerpo. Lucho por eso. Quiero estar en escena durante muchos años. De cualquier forma, mi carrera aún comienza...