Venezuela: Tres elefantes a escena

Venezuela: Tres elefantes a escena
Fecha de publicación: 
16 Abril 2013
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Tal como se advirtió, ante su nuevo chasco electoral del domingo la ultraderecha venezolana pro-estadounidense inició este lunes la ejecución de actos violentos enfilados a desestabilizar el país.

Como pretexto, no aceptar los resultados de las elecciones presidenciales que fueron seguidas por 170 observadores extranjeros  y 240 acompañantes de  UNASUR y el Centro Carter.

Junto a ellos 3435 observadores nacionales acreditados por cinco organismos especializados, más la presencia de unos 6 300 profesionales de medios de difusión masiva del mundo que pidieron cubrir el suceso.

Desde antes del 14 de abril el candidato Henrique Capriles y sus hombres insinuaron la posibilidad de no aceptar el saldo final de los comicios, algo secundado implícitamente por su prensa, radio y televisión.

Pero rápidamente, siguiendo el plan trazado, importantes voceros de Estados Unidos, la OEA y el gobierno de España vinieron en apoyo de Capriles y de lo que representa.

Este lunes un portavoz de la Casa Blanca, Jay Carley, declaró que abogan por un “nuevo recuento de votos” en Venezuela debido a que la victoria de Maduro sobre Capriles fue solo de dos puntos.

Vale recordarle al señor Carley que George W. Bush ocupó  durante 8 años la presidencia de Estados Unidos a pesar de que en las elecciones del 2 000 obtuvo una votación tan raquítica que obligó a cinco importantes empresas periodísticas del país a solicitar la revisión de 180 000 boletas usadas en los 67 condados de la Florida e impugnadas por perforación deficiente o incorrecta.

Trece años más tarde, aún se espera una respuesta.

Lo dicho por el vocero presidencial no sorprendió. A mediados de marzo la subsecretaria de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Roberta Jacobson, durante una entrevista con el diario español El País cuestionó la honestidad del Consejo Nacional Electoral de Venezuela y aseguró que Capriles “sería un buen presidente”.

Al portavoz Carley siguió el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, quien mediante un comunicado expresó su apoyo a la iniciativa de “realizar una auditoria y un recuento completo de la votación”.

Le respondió el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Elias Jaua, cuando afirmó que esa organización no puede poner en duda los resultados que el pueblo venezolano emitió”.

Agregó que la OEA no tiene atribuciones electorales y subrayó que solo los sectores inconformes con los resultados pueden reclamar una auditoria.

Triste final el de esta organización regional, su declive está cada vez más a la vista y al parecer se solaza montando caricaturescas venganzas contra quienes no la invitan a sus grandes acontecimientos.

El tercer caballero que lanzó dardos contra los resultados de las elecciones en Venezuela es el canciller español, Manuel García Margallo, para quien, aún después de este 14 de agosto, no existe un presidente en esa nación suramericana.

Llegó a decir este lunes que era necesario esperar para saber por fin quién desempeñaría esa responsabilidad, y en todo caso, subrayó, deseamos tener  buenas relaciones con cualquiera que fuese.

En sus palabras, como es natural, se sumó a lo dicho por el vocero presidencial de la Casa Blanca, mister Carley, en cuanto a la necesidad de esclarecer la tendencia de los votos, aún cuando ya lo hicieron las autoridades competentes de esa nación.

Solo con el privilegio de ostentar un rostro plástico puede imaginarse que el canciller del gobernante español Mariano Rajoy se atreva a cuestionar el sistema democrático de otros.

Sin hablar, por cortesía, de la bomba de tiempo que la extrema corrupción ha sembrado en el seno del titulado Partido Popular, baste solo recordar la inmensa tragedia que la crisis socio-económica ha impuesto a la mayoría de los españoles.

Baste un ejemplo entre muchos.  Hace poco, el 26 de enero, la prensa de Madrid divulgó un informe presentado en el Congreso Nacional de Laboratorio Clínico, realizado en Barcelona.

Una parte del documento señala que la crisis ha impuesto una difícil situación económica a miles de españoles, perjudica su salud emocional y esto, muchas veces “desencadena suicidios.”

Cuando su extrema inquietud por la democracia venezolana se lo permita, sería aconsejable que el canciller García-Margallo se informe respecto a lo que acontece a su alrededor.

En Caracas podría enterarse cómo han solucionado allí esos y otros problemas humanos que hoy no tienen salida en la que hace muchos años fue nuestra metrópoli colonizadora.

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