Chatarra McDonald’s bajo la mira

Chatarra McDonald’s bajo la mira
Fecha de publicación: 
22 Abril 2013
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Para quien pueda tener acceso a Internet, asombra la enorme cantidad de internautas latinoamericanos que han dado un espaldarazo a la decisión sin precedentes del gobierno de Brasil de multar al gigante de la comida rápida McDonald’s con una cifra equivalente a más de un millón y medio de dólares por sus juguetes “Happy Meal”, que alientan los malos hábitos alimenticios en los niños. El monopolio chatarrero –por lo de comida chatarra o basura- había hecho caso omiso a recomendaciones previas y realizado 18 campañas publicitarias dirigidas a los pequeños, a quienes alentaba respecto a sus juguetes para vender sus menús infantiles.
                                                  

McDonald’s dijo no estar preocupada, aunque sí se molestó ante la inclusión, en el diccionario Merriam-Webster’s, del término "McJob" o "McTrabajo", definido como un trabajo mal pagado y sin futuro.
                                                                                                   

La palabra "McJob" fue acuñada por el novelista estadounidense Douglas Coupland en su novela "Generación X", publicada en 1991, donde la describe como "trabajo poco prestigioso, de poca dignidad, ningún beneficio y sin futuro en el sector de servicios".
                            

Infancia manipulada
                                                                                        

No hace mucho el cineasta norteamericano Michael Moore se refería a cómo McDonald’s ha modelado o construido la conciencia del ciudadano norteamericano, sin que estos lo comprendan.
                                                                                                      

Como otras empresas internacionales gigantes de finales del siglo XX, McDonald’s ha utilizado los medios para invadir las esferas más privadas de la vida cotidiana. Las identificaciones nacionales, deseos y necesidades humanas se han convertido en mercancías con fines comerciales. Este uso concede a los productores un nivel de acceso a la conciencia humana nunca imaginado antes por el dictador más poderoso. Veamos:
                                                                                                 

El nombre -McDonald´s- es agradable a los niños, con su evocación del viejo McDonald's y su granja i-a-i-aa-o. La seguridad de Mc Donald´s proporciona asilo, si no refugio utópico, del mundo contemporáneo, poco amistoso para los niños, de abuso infantil, hogares rotos y secuestro de pequeños. De ahí que quieran celebrar sus cumpleaños en Mc Donald´s.
                                                                                                    

Como si este nivel de colonización cultural no fuera suficiente, Mc Donald´s ha escogido las escuelas públicas como un nuevo lugar para la comercialización y el consumo infantil, y desarrollado un núcleo de anuncios llamados "fragmentos de la vida". Los publicistas, que no incluyen adultos en los anuncios, representan un grupo de preadolescentes entablando conversaciones en torno a una mesa de Mc Donald’s cubierta con hamburguesas, papitas fritas y batidos. Utilizando vocabulario infantil para describir juguetes, los niños hablan entre sí de las dificultades de la infancia. En muchos anuncios hacen objeto de sus bromas a los adultos y comparten algunas que estos no captan.

                                                                                                                  
Por sutil que pueda parecer McDonald´s, intenta llevar parte del poder de la cultura subversiva infantil a sus productos sin que nadie, excepto los niños, lo sepan.

                                                                                              
Desde el punto de vista cotidiano, no alienta comidas familiares largas, placenteras e interactivas. La lección para los niños está clara: la política no importa. La naturaleza benigna de la producción capitalista, con su ausencia de conflictos serios de todo tipo, es una tapadera para una realidad mucho más salvaje. Los dependientes del lugar hablan de la fe en McDonad's como si fuera una religión. No hay sitio para la crítica o la disensión en McDonaldlandia, donde no se pueden sindicalizar los trabajadores.

                                                                               
NO TODO ES COLOR DE ROSA
                                                                                   

McDonald´s, la cadena de comida rápida más grande del mundo, tiene más de 31 000 restaurantes y casi 500 000 empleados en 118 naciones. El 15 de mayo próximo la corporación cumplirá 73 años de fundada en San Bernardino, California, tras lograr el pasado año ingresos netos por 22 744 millones de dólares y ganancias por 4 551 millones, al atender diariamente a un promedio de 47 millones de personas con sus hamburguesas, sándwiches, papas fritas, refrescos, batidos, helados, postres, etc.

                                                                                            
En 1940, los hermanos Dick y Mac McDonald decidieron crear la empresa, introduciendo la comida rápida ocho años después. Pero su salto cualitativo fue en 1955 con la primera franquicia, asumida por el ejecutivo Ray Kroc.
                                                                                                   

A lo largo de los años, se ha ido extendiendo hasta ser uno de los restaurantes con mayor presencia en el mundo, convirtiéndose la comida rápida en un símbolo de Estados Unidos, junto al capitalismo y la globalización.
                                                                                                            

Pero ya desde hace meses la vida no es muy placentera para el emporio, luego que decenas de estudiantes latinoamericanos afirmaron que sufrieron explotación mientras trabajaban en restaurantes de la cadena. Uno de los jóvenes, el argentino Jorge Ríos, pagó cerca de 3 000 dólares para llegar a EE.UU. y participar en un programa laboral de carácter oficial. Sin embargo, el empleador no cumplió con las 40 horas semanales de trabajo y le pagó mucho menos de lo previsto en el contrato.

                                                                                                       
Entonces, junto con otros estudiantes explotados de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú, China y Malasia, organizaron en Harrisburg, Pennsylvania, una huelga contra los abusos laborales ejercidos por una franquicia de la firma de comidas McDonald’s contra trabajadores latinoamericanos y asiáticos. A pesar de amenazas y presiones, el paro fue respaldado por trabajadores estadounidenses y líderes sindicales.

                                                                                                                         
Este caso no es el primero que desluce el programa, que está plagado de graves abusos laborales y salarios por debajo del mínimo, admitió la agencia Associated Press.

                                                                               
Un video denuncia la brutalidad para las aves que mantiene McDonald's para el consumo de sus centros de comida rápida. Si bien los pollos están destinados a morir, esto no significa que no les den una vida digna a los animales.
                                                                                                          

Las imágenes, captadas por un empleado encubierto en las instalaciones de Iowa y Minnesota, muestran las jaulas sucias y muy pequeñas para los animales; que son torturados por trabajadores que les queman el pico, lanzados por el aire y metidos vivos en las bolsas de aves muertas y podridas.

                                                                                                                      
El sentido común y hasta las leyes agrícolas establecen que los animales deben al menos tener la libertad de caminar, pero Mcdonald's priva a las gallinas de hasta el más elemental derecho.
        

Después de ver el video, la doctora Sara Shields, investigadora, especialista en aves de corral y consultora en materia de bienestar animal, expresó: “El confinamiento en tales condiciones de hacinamiento sería impensable para cualquier especie de granja". Lamentablemente, no existen leyes que intimiden realmente a las transnacionales de la comida a suspender sus prácticas crueles.

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