Aullidos en Venezuela: Con heridas de muerte

Con la vista clavada en el Norte, y crispados por su debilidad genética, los “ultras” de Venezuela lanzan una frenética cruzada que chorrea  odio y torpezas a granel.

Respaldados en lo interno por diarios, emisoras de radio y televisión de su misma ideología y en el exterior por publicaciones al estilo del franquista ABC y de televisoras como la estadounidense CNN.

Todos bajo las órdenes de Washington han renovado el guión sobre la enfermedad del presidente Hugo Chávez y de su incapacidad para gobernar, y basados en su lógica piden convocar a elecciones.

Han llegado a utilizar la fotografía de una de las hijas de Chávez, María Gabriela, que circuló en Internet con su rostro afligido, para decir que es prueba del dolor por la gravedad de su padre.

La respuesta de la muchacha fue tan sencilla como demoledora: “Tristeza? “No puedo estar feliz si mi padre está enfermo. Pero sigo aferrada a mi Dios”.

Antonio María Delgado, periodista del vocero oficioso de la ultraderecha venezolana, El Nuevo Herald, se aventuró a decir este domingo que la situación de Chávez hace cuestionar “si aún está vivo”.

Veinticuatro horas antes el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional (parlamento), Darío Vivas, había declarado: Chávez está en proceso de recuperación “y pronto lo tendremos aquí”.

Además envenenaron palabras del canciller, Elías Jaua. ¿Qué dijo este último? “Los que queremos ver a Chávez recuperado y sano deseamos que esté tranquilo, ¿verdad?, haciéndose el tratamiento que se tiene que hacer.”

Pero la ultra interpretó esas nobles palabras con un lenguaje sinuoso  y en sus páginas del Herald afirmó que Jaua lanzó un llamado a la población para que “deje tranquilo” al mandatario”.

La confrontación en el frente externo se ha mantenido vigente. El viernes último el vicepresidente Maduro declaró que se trata de una guerra internacional incesante, desde afuera de Venezuela.

A continuación apuntó hacia quiénes la conducen, los ex subsecretarios del Departamento de Estado norteamericano, Roger Noriega y Otto Reich, “que son del clan de mafiosos y asesinos de John Negroponte” (ex jefe de Inteligencia de Estados Unidos).

Ellos, recalcó, son el núcleo central de toda la campaña contra Caracas, “Financían con dólares del poder imperial a los grupos que aquí en Venezuela han pretendido desestabilizarnos”.

Fue en tal escenario que el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, llegó a Nueva York, donde, reveló Maduro, es propietario de un apartamento, y si no es así “que me desmienta”.

¿Con qué dinero compró ese apartamento? preguntó el vicepresidente, y luego añadió que busca apoyo de la derecha internacional porque en Venezuela los partidos de oposición “no lo quieren”.

Así mismo lo adelantó en febrero el profesor universitario Carlos Romero, una figura de la derecha, el cual explicó entonces que hubo una reunión de sus partidos con el objetivo de afinar la idea de que “Capriles no la tiene todas consigo”, y el encuentro –dijo- mostró que este “no es el candidato automático de la oposición”.

Pero el gobernador del estado Miranda no solo viajó a Nueva York, también a Miami, itinerario diseñado, según observadores, para encontrarse con banqueros y políticos republicanos ultraderechistas.

El sábado llegó a la segunda de esas urbes y allí envió el siguiente mensaje a través de Twitter: “Buenas noches, haciendo escala en Miami, un fuerte abrazo a todos los venezolanos que viven en esta ciudad, pronto vengo a visitarlos”.

Solo retazos de la nueva bulliciosa y vacía ofensiva que agitan los hombres de la Casa Blanca en Venezuela, particularmente en su capital, pletóricos de una ilusión con herida de muerte.