Memorias de un Hombre Araña en La Habana (+ FOTOS)

Memorias de un Hombre Araña en La Habana (+ FOTOS)
Fecha de publicación: 
10 Febrero 2013
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Tal hazaña parece poca cosa para quien ha subido la torre Eiffel, e incluso coronó los más de 800 metros del Burj Khalifa catarí, pero el Hombre Araña francés no venía buscando retos.

 

Pues no: Alain Robert venía en busca de un símbolo, y el antiguo Havana Hilton fue ideal para este admirador confeso de la Revolución cubana y su líder histórico, Fidel Castro.

 

Quizás por eso le regaló un show inolvidable a las casi dos mil personas arremolinadas en los bajos del céntrico edificio, que apenas daban crédito ante el incesante trepar del hombrecillo.

 

La concurrida esquina de 23 y L, junto a la llamada Catedral del Helado, siguió la escalada de Robert, que solo contaba con sus manos entizadas en esparadrapo y yeso para aferrarse a cualquier hendija.

 

Así, paso a paso, saludando al auditorio, fingiendo deslices y poniendo a prueba la resistencia cardiovascular de muchos mirones, el escalador galo llegó a su meta, a solo un nivel de la azotea.

 

Una vez arriba, se asomó al letrero de "Habana Libre" y ondeó una bandera cubana, mientras los reporteros esperaban para preguntarle sobre esta aventura que paralizó el mediodía habanero.

 

Confesó luego que se había preparado para algo peor, aunque quién sabe qué podría asustarle, tras haber sometido hasta a las Petronas malayas, y gigantes de la ingeniería como el Puente Golden Gate.

 

Tal vez para añadirle dramatismo escogió el mediodía para subir un edificio demasiado cercano al mar y a la erosión del salitre, un riesgo adicional para una empresa que muchos consideran de locos.

 

"Aquí el clima varía mucho, ayer hizo frío, hoy calor, pero eso no me preocupa. Arriba no tengo tiempo para pensar en el miedo a caerme, necesito toda mi concentración", confesó en la mañana.

 

Desayunó una omelette, jugo de naranja, café, y nada más hasta el mediodía: demasiado frugal para una última cena, pero ideal para mantenerse liviano y flexible a la hora de trepar.

 

A la hora señalada salió a un balcón del tercer piso, con sus pequeñas manos, su peculiar gargantilla verde y las greñas sueltas, una camiseta blanca y mucha ilusión.

 

Con apenas 50 kilogramos de peso, no tiene tiempo de pensar en el miedo, si total, a más de 20 metros, da lo mismo caerse del Empire State que de la más vulgar de las azoteas.

 

Pero al comprobar que subir sería sencillo, trató de complacer al público que se arremolinaba abajo para verlo, en especial a los niños de una escuela cercana, los que más le gritaban. "Los adultos son muy tímidos, pero me gustó que me estimularan a subir, porque en otros lados van con el morbo de verme caer", dijo Robert a los periodistas que lo esperaba en la planta baja.

 

De hecho, varias veces hizo como que se caía, o quedaba guindado de las barandas, pero todo es parte del show que ha perfeccionado en los casi 40 años que lleva trepando edificios como un lagarto.

 

Tampoco el apodo de Hombre Araña le gusta: es más, preferiría que lo compararan con una serpiente, pues le gustan esos animalejos, y vestir con ropas y botines de cuero escamado.

 

Tranquilo, sin nervios aparentemente, Robert le dedicó 10 minutos a Prensa Latina antes de emprender su aventura:

 

¿Por qué Cuba?

 

Es un país muy interesante, me llamó la atención el espíritu de su Revolución, de su líder Fidel Castro, con tanto tiempo al frente de sus destinos. Es además, de cierta manera, una carcajada a Estados Unidos: ellos son los perdedores ahora.

 

¿Y por qué el Habana Libre, si hay edificios más altos?

 

Porque es un edificio simbólico, aquí estuvo mucho Fidel Castro después del triunfo de 1959, y me gusta lo de "libre". Me define

 

¿En qué piensas cuando estas subiendo?

 

No pienso mucho. Solo me concentro en mi objetivo. Tampoco tengo tiempo para pensar en el miedo, o en qué pueda pasarme

 

¿Qué te parecen los cubanos?

 

Aquí son muy sociables, gente especial. No tienen mucho dinero, pero tienen otras riquezas. Hay mucha simpatía en el ambiente. Vistes de una manera muy peculiar, y esa gargantilla parece un amuleto.

 

Hace años me gusta vestir de cuero, en particular de serpiente, son bichos que me caen bien. Y el collar es solo eso, un collar. Me gusta el color esmeralda, pero me divierte particularmente cómo la gente se hace conjeturas cuando lo ve.

 

¿Tienes algún ritual cuando subes?

 

Trato de estar muy concentrado, no escucho música. Para mí el día de la subida es un día normal, como otro cualquiera. Me siento muy relajado. Intento estar solo unos 20 minutos antes de subir, pero no más.

 

En algunos países te tienen expedientado. ¿Cómo ha sido el trato con las autoridades cubanas?

 

Aquí han sido muy solidarios, han colaborado con mi objetivo. Me costó obtener la aprobación, pero nos ayudaron.

 

¿Qué te falta por hacer?

No sé. He sido fiel a mi camino, aunque sea difícil, nadie sabe cuánto durará, y solo quiero mantenerme saludable para seguir cumpliendo mi sueño: subir edificios, superarme a mi mismo.

 

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