Estados Unidos: Sin grandes motivos de fiesta

Estados Unidos: Sin grandes motivos de fiesta
Fecha de publicación: 
29 Diciembre 2012
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La mayor parte de los estadounidenses aguarda sin muchos bríos  el final del presente año y entre variados signos de interrogación la llegada de uno nuevo.

Su honda crisis socio-económica le ha llegado a imponer hasta unos 25 millones de personas sin trabajo, ocupadas a medio tiempo o con labores improvisadas, todo agravado con el devastador paso de la supertormenta Sandy.

Pero han invertido multimillonarias cifras de dólares en aventuras militares en el exterior para arrebatar riquezas naturales e imponer su dominio en territorios con una especial importancia geopolítica.

Ahora también sufren la antesala del temido “abismo fiscal”, que ya hizo acortar sus vacaciones a Obama y hace danzar la amenaza de un alza generalizada de impuestos y un drástico recorte en gastos.

La crispada situación que prima en Washington se resume en dos  asuntos: la reunión citada por Obama con líderes del Congreso para remendar los efectos de tal pesadilla, y la inusual convocatoria de la Cámara de Representantes para examinar este domingo el mismo tema.

Voceros del Senado dijeron estar listos para buscar un acuerdo, pero, según expertos, a pocas horas de terminar el año no existe un proyecto concreto que evite la irrupción del abismo fiscal.   

 

Datos suministrados por la Associated Press (AP) sobre el panorama que vive la mayoría del pueblo estadounidense corroboran la existencia de graves dificultades en su seno.

 

En diciembre los trasiegos en comercios minoristas llegaron a dar la  impresión de repetirse experiencias tradicionales, pero estadísticas   revelaron el más bajo crecimiento en ventas desde 2008.

 

Sondeos notificaron que este mes la confianza de los consumidores cayó a su nivel más pobre desde julio último, según expertos debido a las crecientes dudas sobre el rumbo de la economía nacional.    

 

AP también incluye entre los motivos que deprimen a muchas familias norteamericanas la matanza de niños y adultos en una escuela primaria de Newtown, estado de Connecticut.

 

En Estados Unidos las ventas navideñas cojearon y por lo tanto numerosos comerciantes aguardaban por la ayuda del fin de año para aliviar sus calamidades.

 

Un periodista de AP, Daniel Wagner, recordó esta semana que las ventas navideñas son un “indicador fundamental” sobre la fortaleza de la economía y hasta el 40 por ciento de las anuales.

 

Wagner añadió que este año ni los multiplicados descuentos  pudieron evitar el hundimiento de compras en establecimientos comerciales y, si esto persiste, “el crecimiento económico del año venidero podría fallar”.

 

Todo eso acompañado por el sombrío ambiente que les impuso la  masacre de niños, mayoritariamente de 6 años de edad, y algunos adultos, en una escuela primaria de Connecticut.

 

Junto a eso la vuelta a escena de la polémica sobre la venta y tenencia de armas, espectáculo asumido por la Asociación Nacional del Rifle con una prepotencia elevada al cubo.

 

Diversos observadores han coincidido en apuntar que Estados Unidos todavía conserva reservas para alargar su vida como gran potencia, tal y como demuestran el fortalecimiento de sus fuerzas armadas y de su gran aparato de espionaje.

 

Al mismo tiempo el sofisticado y sistemático aumento de la represión interna contra sus “disidentes” y la impúdica ampliación de sus nexos con otros de igual catadura en Cuba, Venezuela y otras naciones progresistas de América Latina.

 

Pero también cabe subrayar que no cesan los indicios de su evidente declive, al estilo del gradual y sostenido desalojo como  primera economía del planeta, así como el hecho de una nueva correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe.

 

Se suma un reacomodo de intereses en otras regiones y el desmoronamiento paulatino del titulado mundo unipolar que diseñaron altos jerarcas del gobierno de Estados Unidos con la asistencia de algunos de sus aliados.

 

Washington se afana por mantener lo que resta de su condición de gran potencia, sin que amplios sectores de su población exhiban  verdaderos motivos para festejar el año que se va, ni el que llega preñado de incertidumbres.

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