Camagüey: 100 años de Diócesis

Camagüey: 100 años de Diócesis
Fecha de publicación: 
26 Diciembre 2012
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Nadie puede negarlo: Camagüey es la ciudad de las iglesias. Así como no se puede hablar de este emporio sin reconocer el valor de sus tinajones o el carácter único de sus arcos en los interiores de las viviendas, tampoco puede hacerse sin destacar su arraigada tradición eclesiástica.

 

La otrora villa Santa María del Puerto del Príncipe se presenta como un interesante espacio, en el que calles estrechas y sinuosas conectan a los diferentes templos entre sí. Quien se aventura a caminar por ellas, comprende que aquí la ciudad trazada a regla y cordel quedó suplantada por un conjunto de casas, situadas primero en torno a la Iglesia Mayor, y después alrededor de las ermitas que fueron naciendo.

 

Las ermitas originaron los templos. Los templos definieron las parroquias y sobre ellas se formaron los barrios. Se fortaleció un conjunto de costumbres, dibujadas con sutiles diferencias entre los habitantes de cada uno. Las plazas personalizaron a los moradores que vivían en sus cercanías. Sedimentó así una identidad local, indudablemente, ligada a la Iglesia Católica.

 

Por eso la celebración, este diez de diciembre, de los 100 años de la Diócesis de Camagüey —implantada por el papa Pío X, mediante la bula Quae catholicae religioni— significó una fiesta no solo para creyentes, sino también para lugareños que han nacido bajo el sello de esta peculiar urbe.  

 

Ese acontecimiento tuvo como antecedente una solicitud en acta capitular de 1818, prueba de que la vida de la Iglesia y su influencia en la sociedad ya eran notables. Los moradores sabían, además, que tal designación supondría prosperidad e importancia política.

 

Detalle de la escultura de San Benito. Representación religiosa más antigua de la catedral (Finales del siglo XVIII).

 

Detalle del Cristo Rey de la Catedral.

 

Interior de la Catedral.

 

Desde la Torre de la Catedral se divisa el Sagrado corazón de Jesús.

 

Asimismo durante todo el siglo XIX, diferentes personalidades católicas sentaron pautas en la vida de los camagüeyanos y muchos de sus nombres continúan ligados al acervo cultural de nuestra gente.

 

Destaca, por ejemplo, fray José de la Cruz Espí, conocido como el Padre Valencia, fraile de la orden de San Francisco que impulsó la construcción del hospital de mujeres, de las iglesias del Carmen y de San Lázaro y del convento de las Ursulinas (actual Oficina del Historiador de la Ciudad), además del leprosorio y un puente sobre el arroyo “Las Jatas”. Una céntrica calle le rinde hoy homenaje.

 

También existen las calles Padre Olallo y Padre Felipe. Así como otras muchas, a las que la costumbre popular denominó con nombres de santos (San José, San Esteban, San Ramón, San Martín).

 

Precisamente fray José Olallo Valdés, miembro de la orden hospitalaria de San Juan de Dios, fue el primer cubano al que la Santa Sede reconoció como Beato, por su obra caritativa en favor de los enfermos. Él fue el mismo que lavó el cadáver de Ignacio Agramonte y rezó a su lado, antes de que los españoles se despojaran de sus restos mortales.    

 

La conocida como Plaza del Cristo aún conserva un monumento al Padre Gonfaus, quien, comprometido con la causa insurreccional de los cubanos, proporcionó a las tropas mambisas alimentos, medicinas y valiosas informaciones de los españoles. Tal fue su labor que mereció el grado de Capitán del ejército libertador y una pensión como veterano, pero rehusó a ambos.

 

No fue un hecho fortuito entonces la decisión del Papa. El Vaticano reconocía así, en 1912, una ciudad significativa por sus estructuras eclesiales y por el amplio fervor con que se veneraba a la iglesia. A partir de ese momento el cuidado pastoral requeriría la pericia de un obispo, y la ciudad una catedral y un obispado.

 

Desde el campanario de la Catedral también se puede ver la torre y cúpula de La Merced.

 

 

Al fondo La Merced y La Soledad.

 

Al fondo la iglesia del Carmen.

 

Entre la cruz y la historia

 

En Camagüey la melodía de tantas campanas atrae de  una manera fascinante. No bastarían estas líneas para describir casi 500 años de historia cristiana. Cuenta Juan Martínez Leiseca, en su libro “Apuntes para la historia eclesiástica de cuba”, que en el primer asentamiento de la villa, en Punta del Guincho (municipio Nuevitas), los conquistadores plantaron una “gran cruz”, y esta perduró durante todos los traslados de la población –que culminaron a las márgenes de los ríos Tínima y Jatibonico.  

 

Asimismo se afirma que la primera campana llegada a la urbe fue enviada por la Casa de Contratación de Sevilla con la siguiente inscripción “Santa María – Sevilla - MDXV”. Colocada en una horca a la entrada del bohío que servía de templo, esa pieza sobrevivió hasta que el famoso pirata inglés Henry Morgan se la robara en 1668, antes de incendiar Puerto Príncipe.

 

Tiempo después, el Padre Benjamín Sánchez de la Pera reconstruye una pequeña Iglesia de embarrado y tejas, muy cerca de la  antigua Plaza de Armas, hoy parque Agramonte.

 

A principios del siglo XVIII comenzó la edificación de Parroquial Mayor. Casi un siglo después se le incorporó la primer planta de la torre y posteriormente las otras. Dedicada a Nuestra Señora de la Candelaria, el papa Pio X la declaró Catedral el 10 de diciembre de 1912.

 

La presencia física y sociocultural del repertorio religioso camagüeyano dentro del contexto urbano contribuyó, indiscutiblemente, a la declaración del centro histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad.     

 

En esta ciudad irregular los templos pertenecientes a la época colonial fueron dispuestos en renacentista de forma radio-concéntrica. Se generó un esquema único en el país con características medievales, cuyo desarrollo en forma de abanico o asterisco recuerda el trazado urbano de carácter barroco.

 

Catorce iglesias fueron construidas en Camagüey hasta 1825. Han llegado hasta la actualidad ocho de ellas, las cuales se caracterizan por tener un esquema de planta rectangular con balance entre una y tres naves, estas últimas incrementadas por ampliaciones en la segunda mitad del siglo XIX.

 

Todos poseen torres, coro alto y sacristías laterales, fundamentalmente. En las cubiertas predominan la madera y las tejas criollas, algunos con cúpulas intercaladas.

 

Durante la Neocolonia la influencia predominante fue la romántica. Expresiones neogóticas tienen las iglesias del Sagrado Corazón concluida en 1919 y la de San José, de 1936. Asimismo hay rasgos en la capilla de las Siervas de María. Ello responde a la aplicación de un esquema influenciado por el gótico donde predominan los arcos ojivales, falsas bóvedas de crucería hechas de ladrillo, vitrales, y las agujas en sus torres, elementos que dan mayor esbeltez al edificio. Neorrománica es la fachada de tres arcos de medio punto ampliados de La Caridad, concluida en 1942 luego de la reconstrucción iniciada en 1933.

 

Nos distingue además reliquias atesoradas en criptas funerarias y el Santo Sepulcro, conservado en la Iglesia de La Merced, obra de orfebrería en plata más importante de Cuba y una de las dos representaciones antropomorfas de la Trinidad que se conocen.   

 

Arquidiócesis desde 1998, Camagüey guía el trabajo pastoral desde la parroquia de Elia (en las Tunas) hasta Cienfuegos. El resto de la comunidad católica de Cuba se divide en las arquidiócesis de La Habana y Santiago de Cuba.

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