Estados Unidos: Navidad siniestra

Estados Unidos: Navidad siniestra
Fecha de publicación: 
16 Diciembre 2012
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Barack Obama ha llorado. Estados Unidos guarda luto en lo que parece será una Navidad siniestra. El viernes, en una escuela primaria de la localidad de Newtown, en Connecticut, un total de 27 personas fueron asesinadas a tiros, de ellas, 20 eran niños entre 5 y10 años.

 

Accionando el gatillo estaba un joven de 20 años, apellidado Lanza, quien parece ser disparó primero contra su madre, maestra de la escuela; y finalmente, luego de la matanza, se suicidó.

 

El presidente estadounidense, mientras en varias ocasiones se enjugaba las lágrimas, declaró a la prensa que "los corazones todos están rotos", se lamentó por el acontecimiento y envió sus condolencias a las familias de los fallecidos.

 

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, había calificado de “atroz” el suceso, y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, expresó su “consternación” por la masacre criticando “la facilidad con que personas desequilibradas o criminales acceden a las armas”. “Es un elemento sobre el que hay que actuar, porque crímenes como éstos no pueden repetirse. Mientras se siga permitiendo que cualquier persona pueda adquirir, portar y usar armas de alto poder de fuego, el riesgo de catástrofe estará siempre presente”, advirtió Insulza.

 

Pero Obama no se ha pronunciado a propósito de la venta de armas de fuego en su país. Le sobran razones para guardar ese silencio comprometedor. Sucede que casi la cuarta parte de los adultos estadounidenses son poseedores de armas de fuego, las cuales suman cerca 283 millones en manos privadas, y cada año se fabrican de cuatro a siete millones de armas para el mercado estadounidense.

Tras este espeluznante escenario, donde es imposible discriminar si quien está adquiriendo la mortal mercancía es un desequilibrado mental –porque el único requisito que piden es no tener antecedentes penales-, asoman su peluda oreja razones económicas y también políticas. La poderosa e influyente Asociación Nacional del Rifle (NRA) no ha dudado nunca en boicotear cualquier intento gubernamental que trate de obstaculizarla, provenga de republicanos o demócratas. Ha declarado que solo le interesa acumular influencia con el partido que en cada momento tenga la mayoría en el Congreso.

 

Es muy complicado apuntarse de enemigo a la NRA, amparada por un presupuesto superior a los 300 millones de dólares anuales, con cuatro millones de miembros y un ejército de cabilderos que despliegan el más potente lobby en Estados Unidos, capaz de silenciar hasta al mismísimo fiscal general Eric Holder. Así exactamente ocurrió cuando el pasado año, Holder se atrevió a insinuar que debiera prohibirse terminantemente la venta de armas de asalto. Luego de recibir algunos mensajes y voceros, el señor fiscal no ha osado volver sobre el tema.

 

Si se considera que el 80 por ciento de las armas utilizadas por los traficantes de droga mexicanos provienen directamente de Estados Unidos, este solo “datico” pudiera explicar por qué a tal asociación no le interesa en lo más mínimo perder su poderío y las leyes que la amparan en su accionar.

 

La parcialidad de los mass media

 

Que un solo niño muera en el mundo pudiendo evitarse, es razón sobrada para que los medios de prensa se alarmen; entonces, cómo no hacerlo ante la terrible masacre contra estos 20 menores estadounidenses quienes, como también dijo Obama “tenían frente a sí su entera vida”.

 

Pero, recortada contra las luces de navidad, ahora también vuelve a hacerse evidente una terrible paradoja. Contrastando con la bandera de las trece franjas a media asta, con los pronunciamientos espantados de Washington y también de líderes internacionales, se vuelve más que ostensible el silencio mediático ante la muerte de tantos otros niños del mundo, también por armas de fuego made in USA.

 

Tan solo en Afganistán, más de 500 niños han muerto a manos de las tropas invasoras. Durante el último decenio, más de 2 millones de menores fallecieron a causa de conflictos armados y 20 millones tuvieron que abandonar sus hogares debido a guerras en el mundo, reporta UNICEF; más de la mitad de las muertes de civiles en tales conflictos, corresponden a niños y niñas inocentes. Pero por ellos no hay banderas a media hasta, ni alarma en los mass media, ni lágrimas del presidente. Son solo “bajas colaterales”.

 

Es difícil entender que ante tanta permanente impunidad y deshumanización, corra ahora el llanto y se reclame sensibilidad para manejar el caso, cuando el resto del año, de los años, más que prevenir, se abonan las tragedias.

 

Tal vez por eso el conocido director de cine estadounidense Michael Moore -merecedor de un Oscar al mejor documental por "Bowling for Columbine", sobre la masacre en una secundaria al oeste de Estados Unidos- se pronunció indignado desde su Twitter: “¿Demasiado pronto para denunciar una nación loca por las armas? No, demasiado tarde. (…) ¿Este no es momento de hablar de una legislación sobre las armas? ¿De verdad? ¿Cuándo será el momento entonces?”

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