Entre la melaza y la maleza, una historia de amor

Entre la melaza y la maleza, una historia de amor
Fecha de publicación: 
11 Diciembre 2012
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He aquí una historia de amor a la cubana, alegre y conmovedora a la vez, realista y fantasiosa… Es Melaza, la ópera prima de Carlos Lechuga, que compite en el 34 Festival del Nuevo Cine de La Habana.

 

El filme comienza con una escena de amor y así termina. La primera y última imagen no son las mismas, pero la esencia de ambas nos confirma el mismo mensaje y nos hace pensar en el inmortal verso de Los Beatles «all you need is love».

 

Un joven matrimonio cubano traslada cada día el colchón y la sábana a un central vacío como única posibilidad para disfrutar de la privacidad. La familia que integran esta pareja, una niña y una anciana en silla de ruedas, se reúne frecuentemente para comer en algún lugar en las afueras de Melaza, el pueblo en que viven.

 

Lo que parece una iniciativa atractiva para romper la rutina doméstica, es realmente una estrategia de supervivencia, pues los cuatro personajes abandonan su casa durante un rato varios días de la semana y en ese tiempo alquilan la vivienda a alguna pareja que busca dónde tener sexo.

 

Esta «ilegalidad» detectada por los oficiales de la policía de Melaza los hace acreedores de una multa impagable para Mónica y Aldo, la pareja que protagoniza la historia.

 

Él es maestro primario, de los que imparten lo mismo una clase de ciencias que de natación. Ella es la única empleada del central Melaza, que fue cerrado durante las transformaciones de la industria cubana en los últimos años.

 

Este suceso cambió la vida de los habitantes del pueblo y de muchas comunidades de esta isla representadas en el filme que sufrieron la recesión de la industria azucarera.

 

Al director no le hace falta para ello entrar en debates políticos, hablar de cifras de economía y ni siquiera insistir en el tema, pues las imágenes lo dicen todo: las viejas maquinarias en desuso, el pueblo que parece dormido, los periódicos que lanza la avioneta y nadie consume…

 

El espectador comprende fácilmente y siente como suyas las dificultades por las que atraviesa el matrimonio.

 

Con un guión sencillo, que no involucra demasiados actores y sobre todo centra las acciones en la pareja protagónica, Carlos Lechuga no necesita más para expresar lo que le interesa. En sus personajes se refleja parte de la Cuba que somos.

 

Ella, algo mayor que su esposo, es una mujer valiente, inteligente, al parecer con elevado nivel educacional a juzgar por los títulos universitarios colgados en la sala de su casa, cuyas paredes semejan paneles metálicos como de un contenedor en el puerto.

 

Él no se queda atrás, es un hombre dispuesto a hacer lo que sea por sacar adelante a la familia, incluso a arriesgar su vida o su condición de ciudadano libre.

 

Aun cuando el leitmotiv del argumento nos remonta a una particularidad de la realidad cubana, Melaza es también una reflexión sobre el amor y la imperante necesidad de tenerlo de nuestro lado en situaciones difíciles. Es una imagen de cómo las personas deciden ir en contra de sus principios con tal de encontrar una solución posible para sus problemas.

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