Alicia Alonso, una coreógrafa a la que nada le es ajeno

Alicia Alonso, una coreógrafa a la que nada le es ajeno
Fecha de publicación: 
20 Octubre 2012
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Acerca del extenso catálogo coreográfico de la prima ballerina assoluta cubana Alicia Alonso, comenta con la AIN una voz autorizada, el historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC), Miguel Cabrera, alguien que ha estado junto a ella por 44 años.

 

 

Hablar del fenómeno Alicia Alonso coreógrafa, dijo, es uno de los aspectos más importantes del BNC y de la Escuela Cubana de Ballet, porque parte, en primer lugar, de una persona que alcanzó los niveles más altos como intérprete y, además, fue una bailarina dueña de todo el legado de la tradición romántico-clásica del siglo XIX, incluso del ballet de acción del siglo XVIII.
 

Para Alicia Alonso nunca hubo un gesto de interpretación cuando bailaba que no tuviera un significado.

No era solo un arabesque estirar la pierna hacia atrás, ni un attitude ponerla cruzada delante o atrás, ni un port de bras era mover los brazos, sino que todo tenía un sentido y ella, además, tiene algo que le he oído decir muchas veces: «siempre piensa la vida en movimiento».

Hay que ver a Alicia Alonso coreógrafa en dos facetas, una, la que más célebre la ha hecho, es la de realizadora de versiones coreográficas de los clásicos del repertorio. Su Fille Mal Gardée es una obra cumbre, pues refleja un momento histórico muy importante de finales del siglo XVIII.

Esa obra es un ejemplo del llamado ballet de acción, por el que lucharon varios autores, entre ellos el francés Jean George Noverre, estrenada 13 días antes del estallido de la Revolución francesa.

De esa versión ella heredó lo que ha venido posteriormente. Alicia le dio el sentido de lo que quería Noverre, que era mostrar todos los sentimientos de los seres humanos.

Esta propuesta cubana, que data de 1952, toma el contexto social de una época y pone tras la anécdota un sentimiento filosófico y político muy importante: la división de la sociedad en clases.

La moraleja que lega Alicia son los sentimientos humanos, pero dentro de ellos el amor como el más hermoso y puro, no como una mercancía que se puede poner en venta.

Alicia, sin perder el estilo, no pone ningún paso en sus versiones que no esté en el vocabulario de los bailarines. Ha sido respetuosa y las ha enriquecido, como es el caso de El lago de los cisnes: el triunfo del bien sobre el mal.

Ella es una coreógrafa de mentalidad siempre positiva, de confianza en los valores humanos, ese es su credo, y en una ocasión definió: «Quiero devolver estas versiones desprovistas del polvo del tiempo y dejando todo lo medular que han hecho posible que lleguen hasta nuestros días».

Esa es un poco la guía, la imaginación conciliada con un sentido de la teatralidad y de la contemporaneidad, elementos que están en ella.

Cuando tú miras el catálogo, aunque sus primeras coreografías La condesita y La tinaja fueron para una agrupación teatral que se llamó La Silva, de vida fugaz en el año 1942, su verdadera coreografía inicial resulta Ensayo sinfónico, un ballet neoclásico cuando ella ya tenía una carrera sustanciosa en Estados Unidos, y ahí subrayó la importancia que se concede a la bailarina principal, a los solistas y al cuerpo de baile.

Una coreografía que no solo integró el repertorio del Ballet Nacional de Cuba, sino que también se llevó a lo que hoy en día es el American Ballet Theatre.

El pillete, obra cuya filmación lamentablemente está perdida, y que ella interpretó en 1952, trata la psicología y fisonomía de un niño pobre obligado a robar para sobrevivir.

Ella es una defensora absoluta de los estilos y creo que eso está muy marcado en dos obras como Giselle y el Grand Pas de Quatre.

 

 

Alicia, sin dudas, es una mujer de su tiempo. Ha sumado calendarios, pero en su dinámica de ver la vida es muy jovial y eso lo ha llevado a sus coreografías. Conoce el ritmo con que se vive en la actualidad y por eso su versión de El lago de los cisnes la dejó en tres actos y un epílogo y suprimió el cuarto, incluido por otras compañías del mundo. Después del clímax técnico —los 32 fouettes—, los pasos en punta y todo lo que conlleva a dejar perplejo al auditorio, su solución fue bajar un telón, que se convierte en el muro impenetrable del castillo por el que el príncipe no puede entrar y tecnológicamente aprovecha todo eso. Al instante, se levanta ese telón y aparece el cuerpo de baile colocado como puente hacia el epílogo.

Estos son algunos pequeños grandes detalles, que junto a su concepción personal del movimiento como expresión de sentimiento, la distinguen como intérprete y coreógrafa.

El diálogo entre bailarines está en todas sus coreografías, con tanta fuerza, que es una de las características más importantes de la Escuela Cubana de Ballet y su gran legado incluye las versiones de los clásicos activas en los repertorios de las Óperas de París, de Viena, el Teatro San Carlo de Nápoles, la Scala de Milán y el Teatro Colón de Buenos Aires.
 

De Alicia se puede decir que, aunque todo lo que ha creado no sean obras maestras o perdurables, como coreógrafa nada humano le ha sido ajeno, fiel testigo de su tiempo.

La vi trabajar muy de cerca cuando le agobiaba la idea del engendro malévolo de la bomba de neutrones, en la década del 70. Entonces, hizo Génesis, muy audaz, porque usó en esa época movimientos novedosos, la música electroacústica de Luigi Nono, y puso a los bailarines a danzar dentro de los famosos: penetrables, del venezolano Jesús Soto.

Interesada en la ciencia, incursionó en el mundo de genoma humano y creó Verbum, y como muestra de su diversidad creativa figura también Elegía por un joven (Fabio Di Celmo in memoriam), acerca del turista italiano asesinado por manos enemigas al explotar una bomba en el Hotel Copacabana; lo mismo sucede con Cuadros en una exposición, obra que refleja su gran respeto por las artes plásticas en Cuba.

De igual modo se acercó al mundo de los músicos recreando, mediante la danza, varias facetas de sus vidas, como ocurre en el tributo a Ernesto Lecuona.

¿Cómo es posible que sea coreógrafa con la limitación visual que tiene?

Le he oído responder: «Puedo crear porque siento lo que pasa en mí, en mi país y en el mundo, y esos sentimientos, con la base técnica que domino, los convierto en pasos, en poses, en gestos. Los paso de mi mente al escenario con la ayuda de mis asistentes». Es un fenómeno impresionante.

Para entender eso que digo, está el testimonio de cuando se hizo Universidad para Todos. Ella abordó el capítulo de Giselle. Sentada en una butaca, fue narrando todo lo que ocurre en ese ballet. Había una pantalla detrás y era como si los personajes se movieran al compás de su narración.

Con todo el respeto que siento por Alberto Alonso, autor de Carmen, puedo decir que en ella la mano de Alicia fue determinante. Fui testigo de cómo la fue enriqueciendo hasta el último día que la bailó. Asimismo sus obras destacan por la delicadeza y fineza con que trata las escenas eróticas y estas son las cualidades que le han llevado a un catálogo coreográfico grande donde hay logros y otros no tanto, pero siempre un quehacer totalmente profesional y colmado de maestría. Nunca el espectador va a encontrar una nota discordante o sin sentido.

Quedé muy impresionado cuando ella hizo Pretextos, porque esa obra tiene una dinámica de movimiento distinta a la que Alicia ejecutó cuando bailaba.

No podríamos hablar de ella como coreógrafa sin mencionar su apertura mental acerca del arte.

Esa mirada la llevó hasta bailar una rumba columbia en punta, en 1947. El compositor musical, Hilario González, me contó que al mulato bailador que se la enseñaba, conocido por Chambas, se le ponían los ojos cuadrados cuando ella traducía ese paso popular a la técnica académica. Eso ocurrió justo en el momento en que la proclamaban primera bailarina clásica en Estados Unidos.

Hay momentos excepcionales, como cuando bailó con Antonio Gades acompañada por el genial percusionista Tata Güines, o cuando interpretó descalza el pas de deux de La Diva.

Su legado más universal, nos dice, es su culto por la  herencia danzaria del pasado y su compromiso con el futuro. Muchas veces Alicia ha manifestado: «Lo que tenemos que hacer y lo que estamos haciendo es intentar crear obras que sean los clásicos del mañana».

 

 

Eterna coreógrafa, incansable creadora

A propósito del venidero Festival de Ballet de La Habana, Alicia está involucrada en otras honduras. Trabaja en el montaje de La destrucción del danzante, un dramático solo inspirado en el poema homónimo del destacado dramaturgo cubano Virgilio Piñera, con música de Heitor Villa-Lobos y diseños de Frank Álvarez; nos regalará la ópera ballet Acis y Galatea, y no deja de la mano su pas de deux Nosotros- concluye Miguel Cabrera.

Tres nuevas propuestas para sumarse a la lista de aciertos nacidos de su ingenio y que enorgullecen a los cubanos cada vez que se escucha el nombre de su prima ballerina assoluta.
 

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