Encadenamiento también de disciplinas y esfuerzos

Encadenamiento también de disciplinas y esfuerzos
Fecha de publicación: 
24 Febrero 2020
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Mucho y con sobradas razones se habla por estos tiempos de la necesidad de los encadenamientos productivos. Pero también deberíamos todos proponernos el encadenamiento de disciplinas y esfuerzos en otros ámbitos de la realidad nacional.

Ocurre que resulta muy contraproducente y dañino, por ejemplo, que mientras el país se empeña por continuar desplegando la informatización de la sociedad, y hasta por extender la automática y la robótica a la escuela cubana, por otro lado haya lugares donde no respondan al teléfono para informar a quien llama si existe tal o más cual producto.

Lo digo porque dediqué una hora y media a llamar a algunos de los más importantes centros comerciales de La Habana tratando de localizar dónde había yogur para un niño enfermo, y en ningún caso recibí respuesta.

Cuando no daba ocupado, respondía una contestadora para informar que «usted ha comunicado con el centro comercial..., de la cadena..., marque el 101 y será atendido por la operadora».

Pero la operadora nunca contestó, en ningún caso, durante hora y media de intentos.

No es más complicado responder un teléfono que desplegar el comercio electrónico; entonces, si se están tensando voluntades y recursos por lo segundo, ¿quién está echando por tierra esos esfuerzos con su indolencia de no cumplir con lo que le toca o de no exigir para que cada cual haga lo que le corresponde?

Una conocida comentaba hace poco que somos «cucarachas con pamela» porque, a veces sin tener cobertura para necesidades de primer orden, aspiramos a metas elevadas, como sucede en el ámbito de las tecnologías de la informatización y las comunicaciones.

No creo que sea así, tenemos que luchar por nuestros sueños, como ha insistido el Presidente cubano. Precisamente para no ser «cucarachas con pamela» es que debemos exigir que lo que está más a la mano, lo fácil y que no depende del bloqueo ni de otras adversidades, solo de la voluntad humana, se cumpla.

Duele imaginar a un torrero a decenas de metros sobre el suelo, montando en condiciones difíciles una antena 4G, a la par que la operadora de algún centro comercial, bien acomodada sobre el suelo y con ambiente climatizado, decide olímpicamente no responder al teléfono.

No debería permitirse el contraste entre los que hacen mucho y los que ni siquiera cumplen con lo que les toca.

Podría parecer una simpleza denunciar que no respondan el teléfono en los centros comerciales, pero es que el asunto es en sí mismo una cadena de perjuicios para la población y fomenta injustificadamente el malestar.

Porque el transporte público está complicado, porque hay que ahorrar combustible, y una simple llamada podría ayudar a que la gente no pierda su valioso tiempo, tampoco dinero pagando almendrones, y se ahorre dificultades.

Las más altas instancias de dirección no me parece que debieran ocuparse de estas cosas; no habría que esperar una visita gubernamental para que alguien responda un teléfono, lo mismo en una tienda que en una farmacia o en un hospital. Simplemente, se trata de que cada quien, desde su puesto, cumpla con lo que le toca para que no haya eslabones débiles en esa cadena de voluntades que hacemos Cuba.

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