Capoeira: Un legado brasileño en Cuba

Capoeira: Un legado brasileño en Cuba
Fecha de publicación: 
23 Febrero 2020
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Resulta curioso encontrar en algunos parques de nuestra capital a personas que se enfrentan en una batalla amistosa, sin contacto.

Se trata de la práctica de la capoeira, el deporte nacional en Brasil y que, para suerte nuestra, se ha incorporado entre las actividades de recreación sana en la Isla.

El origen de esta manifestación popular en Brasil se remonta a los inicios del siglo XVI, cuando descendientes de esclavos africanos llevados hasta allí tomaron las influencias de las culturas aborígenes locales, y dieron paso a dicho arte marcial cuyo fin no es agredir, sino exhibir las técnicas de los partícipes con armonía y coordinación.

En esta lucha cooperativa, el más fuerte se hace responsable del menos aventajado y no aprovecha la superioridad con el propósito de lastimarlo o vencerlo, sino para ayudarlo a mejorar sus habilidades, como muestra de respeto y afecto al oponente. 

Las camisetas y pantalones blancos y ligeros, con cintas de colores amarradas en la cintura que utilizan los deportistas de ambos sexos en sus ejecuciones, simbolizan la limpieza de los combates, evocación, quizás, a las deidades indígenas o africanas que forman parte de sus raíces.

Los practicantes forman un círculo cerrado alrededor de dos o tres luchadores que se desafían al ritmo de una melodía procedente de instrumentos de cuerda y percusión, tocados en vivo, mientras, los demás jugadores cantan y aplauden para dar energía a sus compañeros.

El espacio destinado para efectuar la Capoeira se denomina “roda” y su tamaño varía entre los tres y diez metros de diámetro, según el nivel de especialización que posean los ejecutantes, con el fin de que los pasos y acciones sean desarrollados sin complicaciones, como sucede con el desplazamiento fundamental llamado “ginga”.

Una patada, un derribo, un cabezazo, un golpe de codo o un salto, son parte de una serie de movimientos rápidos y complejos que utiliza el participante para su ataque o defensa en el baile, pero que no implican el contacto con el otro exponente.

A veces, frente a una expresión de esta danza, uno pudiera imaginarse que los practicantes imitan los desplazamientos de los animales salvajes como el jaguar y la araña porque de ellos toman los métodos para asechar o atacar a las presas.

Sudorosos y cada vez más excitados, los capoeristas emiten sonidos guturales que marcan su estilo y movilidad, las expresiones del rostro anuncian las emociones que experimentan y la música sincrética transporta a los espectadores a siglos pasados en la historia de la nación brasileña.

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