La certeza de la fe

La certeza de la fe
Fecha de publicación: 
14 Septiembre 2012
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Puede parecer un juego de palabras, pero la esencia está ahí: para quien es sincero en sus sentimientos y tiene una fe genuina, esta se convierte en un salvoconducto para lograr las cosas. De la fe y la vida común de algunos de sus seguidores en el Oriente cubano trata el documental La certeza, que representa a la Isla en el programa latinoamericano DOCTV III.

 

Los cines cubanos y 18 televisoras públicas de América Latina estrenan este documental del joven realizador Armando Capó. El filme se desarrolla en una comunidad cerca de la ciudad de Gibara, Holguín. Allí, en el templo La Nueva Paz, el pastor Raúl Leyva recibe diariamente a numerosos pobladores que, desde distintas creencias, quieren acercarse a Dios.

 

La cámara se mantiene a la expectativa de lo que pueda surgir y resalta en cada escena el fervor de los fieles. Con una notable limpieza dramatúrgica y visual, Capó nos devela imágenes de la cotidianeidad en la zona, que no le es nada ajena, pues él creció cerca de ahí.

 

«Mi abuela es espiritista y mi familia frecuenta ese templo, o sea, que yo conocía bastante bien el lugar. Desde el respeto me acerqué a ellos —los personajes del filme—. Yo no creo, pero sí confío en la sinceridad del que cree; así me gané la confianza de ellos, porque estos cultos son espacios inclusivos. Allí van católicos, protestantes, espiritistas…»

 

El programa DOCTV fomenta la producción, exhibición y distribución del género documental en América Latina. De Cuba, este año se presentaron 15 proyectos, y el vencedor fue el de Capó. Con él conversamos.

 

—Desde hace años conoces cómo funciona la vida alrededor del templo La Nueva Paz, ¿acaso era una deuda hacer un documental sobre esto?


—Sí. Creo que todo sale de una experiencia personal, y mi experiencia de vida me ayudó mucho a lograr el documental, a saber lo que yo sentía.

Con el tiempo la idea del documental se fue transformando y después de haber ido varias veces al lugar, me di cuenta de que no había que explicar nada, la sinceridad de esas personas es lo que los mueve y para mí era importante trasmitir eso, quería compartir eso con la gente. Una de mis prioridades con la película ha sido la de tener la capacidad de sentir, más que entender.

 

—Además de estas motivaciones, ¿qué te interesa en particular del tema religioso?


—Yo creo que no creer en nada es una manera de creer en algo. El tema de la religión está ahí. Cuando uno es adolescente, se hace muchas preguntas: si existe Dios, ¿cómo será la muerte…? Esta es una inquietud mía y es posible que ni siquiera sea consciente.

 

—En el filme, el papel del pastor es bastante significativo…


—Raúl es prácticamente mi padrino en este asunto. Él es el líder de esa comunidad, por eso en la estructura del documental él es una guía. Lo que yo sé de su historia personal es que a los 21 años, cuando él estaba estudiando Medicina, se le durmió una parte del cuerpo y quedó postrado en una cama en espera de la muerte, a causa de un tumor en el cerebro.

 

La familia empezó a llevarlo en parihuela a distintos templos y comenzó a mejorar, pero a medida que evolucionaba su cuerpo, él iba perdiendo la razón, y un día se dio cuenta de que tenía una misión para con los demás; entonces construyó ese templo con sus propias manos.

 

Hace más de 20 años que Raúl es el líder de allí. Es increíble la cantidad de gente que va desde todas partes, las necesidades que tienen. La gente llega a su casa en todo momento. Eso no es exclusivo de Raúl, en Cuba hay muchos lugares en el campo como el que mostramos en el filme.

 

—El cartel que presenta el documental habla de conflictos sociales y búsqueda de la fe. ¿A qué conflictos se refiere La certeza?


—El cartel no lo hicimos nosotros. Se diseñó en la unidad técnica de DOCTV en Uruguay y expresa lo que ellos entienden desde afuera del documental.

 

La certeza hace un seguimiento de personajes, es obvio que la vida cotidiana tiene muchos conflictos, nunca es totalmente placentera. Por ejemplo, la enfermera del documental vive en un lugar con pocas condiciones, porque el ciclón se llevó su casa. Ella tiene que recorrer muchos kilómetros para llegar al hospital en el que trabaja y tiene que estar albergada varios años. Eso ya forma parte de su vida cotidiana, pero desde fuera se entiende como un conflicto, es algo difícil.

 

—En el documental no hay entrevistas, es un filme de observación, ¿por qué preferiste este método?


—Digamos que vista hace fe. Cuando hay entrevistas o voz en off, siempre hay una subjetividad o tipo de condicionamiento para el espectador, que lo lleva a pensar en la manipulación con respecto a lo que dicen las imágenes en pantalla.

 

Siempre me ha parecido que en las entrevistas la gente dice lo que los demás quieren oír y se callan lo más profundo o lo más humano. Es por eso que mediante el seguimiento, los mismos personajes en La certeza nos ayudan a descubrir su esencia. Prefiero esta manera de hacer.

 

—Creo tratar el tema del espiritismo y la religión implica el riesgo de caer en lo anecdótico o en hacer del filme un producto exótico. ¿Cómo te las arreglaste para mantener esa barrera?


—Cuando hacemos cualquier obra para que sea comprendida en cualquier lugar, hay que hablar de conflictos humanos, universales. Cuando tratamos temas aparentemente locales, corremos el riesgo de mostrar solo la parte superficial del asunto.

 

Aquí se trataba de experiencias de vida. La fe es algo universal, eso le interesa a todo el mundo. Teníamos que tener mucho cuidado a la hora de seleccionar las imágenes para no ser ofensivos o superficiales. Por eso mismo nunca hicimos énfasis en qué tipo de espiritismo practicaban, de hecho creo que es mejor ni aclararlo. Lo ideal es que el espectador lo entienda por sí mismo.

 

—Este es un proyecto en el que has trabajado desde 2008. En estos cuatro años, ¿cuántas cosas cambiaron?


—Uno siempre cambia. Con el tiempo vamos descubriendo otras cosas, vamos más a lo profundo. El tiempo nos permite entender mejor lo que pasa y nos hace sentirnos más seguros, entonces vamos decantando y dejamos lo esencial. Así podemos decidir más fácilmente lo que realmente pretendemos con nuestra obra.

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