Estrellas del ballet de San Petersburgo honran a La Habana

Estrellas del ballet de San Petersburgo honran a La Habana
Fecha de publicación: 
16 Noviembre 2019
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Hasta el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, acudió al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso para disfrutar del acontecimiento al lado de la presidenta del Consejo de la Federación (Senado ruso), Valentina Matvienko, y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, Esteban Lazo, entre otras personalidades.

El espectáculo, punto culminante de un programa cultural con el cual el país europeo agasajó a esta capital por los 500 años de su fundación, abrió con una joya de la coreografía mundial, La muerte del cisne, del ruso Mijaíl Fokin e interpretada por Oksana Skórik, cuya suavidad de brazos y sensación de ligereza la hacían ver como flotando en un lago.

Irina Perrén y Marat Shemiúnov irradiaron esplendor en Aguas primaverales, de Asaf Messerer, un dueto que plantea dificultades técnicas en varias cargadas; y la fluidez del trabajo en pareja también resaltó en Adagio de concierto para contrabajo, de Yuri Smekálov; el adagio de Romeo y Julieta, en versión coreográfica de Leonid Lavrovski; y un fragmento de Giselle roja, de Borís Eifman.

Lilia Lishchuk y Denís Klímuk dramatizaron de forma adecuada una escena de relato violento, diametralmente opuesta al amor derrochado por Oksana Bóndareva e Igor Kolb en Romeo y Julieta, mientras Yuri Smekálov condujo con lirismo a Victoria Litvínova en Adagio de concierto para contrabajo, sobre música de Chopin.

Denís Matvienko se adentró con espectacularidad en la línea contemporánea mediante un solo del ballet Ssss, coreografía del rumano Edward Klug, llena de tensión y enigma.

Más tarde regresó al escenario en otro solo, pero del inglés Frederick Ashton, Danza de los espíritus benditos, concebido por el autor para el bailarín británico Antony Dowell, a fin de destacar la nobleza en el baile de uno de los grandes 'danseur noble' del siglo XX.

Lishchuk y Klímuk volvieron ser pareja en una elegante escena de Anna Karénina, de Eifman, así como Bóndareva y Kolb impregnaron sensualidad a los movimientos en Sheherazade, de Fokin, sobre uno de los cuentos de Las mil y una noches.

Perrén y Shemiúnov cosecharon aplausos en un dueto de Espartaco, en versión de Gueorgui Kovtun, por el alarde en los partneos, con momentos de ostentación en casi todas las cargadas en cuanto a facilidad y técnica para transitar de una secuencia a otra de movimientos.

Litvínova y Smekálov emocionaron en La despedida, pieza contemporánea del propio bailarín y director artístico de la gala ofrecida.

Para terminar, Skórik y Matvienko asumieron el famoso pas de deux de Don Quijote, en versión de Alexander Gorski, con las demandas de virtuosismo que tanto deleitan a las audiencias y el espectáculo concluyó con todos en escena, frente al teatro de pie en agradecimiento a tan emotiva presentación.

Estos magníficos bailarines integran en Rusia las compañías de los teatros Académico Estatal Mariinski, Bolshói, Mijáilovski y el Ballet de San Petersburgo Leoníd Yakobsón.

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