CRÓNICAS BIEN CORTAS: Bordados, tejidos…

Me dijo el bailarín y coreógrafo Ramiro Guerra, el día antes de cumplir 95 años, que él guardaba las sábanas del ajuar matrimonial de su madre.

«Es un trabajo finísimo, están hermosamente bordadas, tienen ojales para pasar las cintas de colores. Ya nadie se toma ese trabajo para preparar su ajuar. Lo compran hecho».

Una vecina de mi tía me enseñó un día un pañuelito en el que ella misma había bordado las iniciales de su nombre. Me enterneció la belleza del detalle.

«Yo quise enseñar a mi nieta a bordar, pero ella solo quiere saber de series en la computadora. ¡Y bastante buena me ha salido!»

En los momentos más difíciles del período especial, mi madre nos tejía medias a mi hermano y a mí. Deshizo tres blusas suyas y con el estambre creaba singulares dibujos.

«Yo no sabré pintar, pero sé muy bien cómo combinar los colores en un par de medias».

Mi abuela servía las natillas en dulceras de vidrio tallado. «Una dulcera de plástico es una falta de respeto. El recipiente de plástico solo sirve para darles de comer a los gatos».